"Hace 500 años exactos, con la llegada de Hernán Cortés a la ciudad indígena de Tenochtitlán [la actual Ciudad de México] y su encuentro con Montezuma, en noviembre de 1519, también llegaron las tradiciones católicas y podemos decir que este año se cumplen 500 años de la primera celebración de la navidad en México", explica en entrevista con Sputnik el historiador David Puerta.
Aquella ocasión que recuerda el cronista, los españoles probaron por primera vez el guajolote, es decir el pavo americano, las tortillas y bebieron xocolatl, que después sería conocido como chocolate.
"Esta primera celebración de la Navidad no va a incluir las posadas que llegaron poco después con los franciscanos y su proceso de evangelización", prosigue Puerta, quien recibió la designación formal como "Cronista del Centro Histórico" de Ciudad de México, distinción a la que acceden unos contados especialistas.
"En el nombre del cielo, os pido posada, pues no puede andar mi esposa amada", entonan los peregrinos de las posadas, una tradición de la Navidad mexicana que se remonta al siglo XVI.
Mientras esperan que se abra la puerta, otros vecinos acuden y se unen a los cantos.
Desde dentro de la casa elegida, responden los anfitriones con otros versos conocidos: "aquí no es mesón, sigan adelante, yo no debo abrir, no sea [que entre] algún tunante", cantan entonando el mismo ritmo plañidero.
Las escenas de posadas se repiten durante los nueve días que anteceden al 25 de diciembre en los barrios más humildes pero también en los más elegantes de todas las ciudades mexicanas.
Evangelizar mediante fiestas
Los franciscanos pidieron autorización a Roma para celebrar de una forma particular el novenario que la iglesia Católica rezaba antes de la fiesta del nacimiento de Jesús.
En el caso de México, el novenario se centró en un elemento particular de la historia navideña: el peregrinar de José y de María, a punto de dar a luz, por las calles de Belén tratando inútilmente de encontrar hospedaje.
Una vez concluido el rezo, y para alentar que se mantuviera la asistencia, los misioneros aceptaron añadir un festejo que incluía música, comida para compartir y el partir una piñata llena de dulces y regalos para los más pequeños.
En la Ciudad de México contemporánea y sus alrededores, con más de 20 millones de habitantes, las celebraciones de las posadas terminaron por convertirse en casi una fiesta pagana, olvidando muchas veces su origen religioso y concentrándose solo en la parte festiva.
Muchas empresas y grupos de amigos suelen concertar realizar esas fiestas privadas en la antesala de la Navidad, que ahora se hacen también antes del 16 de diciembre, la fecha formal en la que se inician las posadas tradicionales.
"Son una fiesta común, sin carácter religioso, totalmente laico. Sin duda alguna se realizan con más fervor las posadas en los distintos barrios y en las zonas campesinas" añade el historiador.
A esas fiestas se les llama ahora "preposadas" y su relación con las costumbres religiosas es cada vez más lejana.