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Guetos verticales: la otra cara del neoliberalismo salvaje en Chile

© Sputnik / Carolina TrejoGuetos verticales, en la comuna Estación Central de Santiago de Chile
Guetos verticales, en la comuna Estación Central de Santiago de Chile - Sputnik Mundo
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El anhelo de vivir más cerca del centro de Santiago, la falta de un plan regulador en la comuna de Estación Central (que norme la altura de los edificios) y el interés lucrativo de las inmobiliarias permitieron levantar espacios habitacionales indignos en la capital chilena, donde la precariedad de la vivienda ahora se amplía a la clase media.

Falta de privacidad, de luz, solo ruido y hacinamiento. Apartamentos entre 17 y 40 metros cuadrados, tres ascensores promedio, filas de hasta 50 minutos para subir a ellos y torniquetes para ingresar a los edificios. Este es el resultado del desenfrenado negocio inmobiliario en la comuna de Estación Central en Santiago de Chile.

"Pérdida total de la privacidad, la proyección de sombra de los edificios genera casas frías en invierno, con el consiguiente aumento del gasto en calefacción, lo mismo ocurre por la falta de luz día, también vimos afectadas las señales de televisión abierta y las de celular, porque los edificios, por su altura interrumpen las señales. Estos 'guetos' cambiaron totalmente la calidad de vida de un gran sector de la comuna", cuenta a Sputnik Alejandro Verdugo, presidente de la Agrupación de Defensa Barrios de Estación Central y vecino de la calle Placilla.

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La comuna de Estación Central está ubicada casi en el corazón de Santiago. Fue creada en el año 1985, en plena dictadura chilena, a partir de territorios que se escindieron de otras cuatro comunas de la ciudad y cuyos Planes Reguladores Comunales (PRC) se agruparon en la nueva, por lo que la comenzaron a regir.

Las inmobiliarias se aprovecharon de la ausencia de un Plan Regulador Comunal —norma que establece el desarrollo de las actividades y el orden urbano interno— propio de Estación Central. Así fue como empezaron a para construir ínfimas viviendas utilizando al máximo el espacio y la altura de los terrenos urbanos del sector. Se trata de una situación excepcional que comenzó en 2008 y que recién empieza a controlarse a pesar de los miles de departamento ya construidos.

"Es un disparate técnico y social que desborda toda la infraestructura existente en la zona. Estamos hablando de torres de 30 a 40 pisos, bordeando los 100 metros de alto, sin consideración alguna a su entorno existente, donde predominan casas de uno o dos pisos. Se trata de edificios sin antejardín, de edificación continua, que caen directo a veredas de un metro y situados en calles de 15 metros de ancho", explica a Sputnik Patricio Herman, presidente de la Fundación Defendamos La Ciudad.

En 1994 un instrumento normativo dejó sin regulación urbana local a un extenso territorio de Estación Central, a lo que se sumó que en 2008 se cambiara el uso de suelo en parte de ese territorio, permitiendo con ello que no limitara altura máxima de edificación, ni metros cuadrados de constructibilidad, ni densidad habitacional, ni distanciamiento a las medianeras de los vecinos.

No había ninguna restricción que frenara la especulación inmobiliaria, aunque se incumpliera con el artículo transitorio N°3 del Plan Regulador Metropolitano de Santiago, que permite una densidad máxima de 600 habitantes por hectárea, puntualiza Herman.

Fue así que se comenzaron a construir edificios con más de 40 pisos de altura, 26 departamentos promedio por piso. Más de 1000 familias viviendo hacinadas, muchos de ellos sin acceso a luz natural, porque se levantaron edificios uno pegado al otro. Lo que se tradujo en otras 700 familias en la torre contigua. Ejemplo de estos llamados "guetos verticales" es el de calle Coronel Souper 3202. Tiene 42 pisos y cuenta con 1.131 departamentos.

Hacinamiento de la clase media

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El Premio Nacional de Arquitectura Miguel Lawner conversó con Sputnik y vincula este fenómeno a la historia del hacinamiento de los pobres de la ciudad durante el siglo pasado.

"A comienzos del [siglo] XX, los pobres en la ciudad residían en los llamados conventillos hasta que a mediados del siglo pasado sus asentamientos tomaron el nombre de 'poblaciones callampas', surgidas de la noche a la mañana a raíz de las intensas migraciones del campo a la ciudad. Finalmente, desde el año setenta hasta hoy se conocen como 'campamentos'".

Y agrega, "hoy en Estación Central los grandes promotores inmobiliarios encontraron un nicho de acción, desprovisto en apariencia de normas regulatorias, lo cual les ha permitido intensificar el uso del suelo urbano a niveles inimaginables, generando que precariedad habitacional que ahora se extiende a la clase media".

Una precariedad que se puede medir, si se considera que la amplitud promedio de estas viviendas va de los 20 a los 40 metros cuadrados, donde colocar un comedor o sala de estar es casi imposible, lo que las distancias de los 46 metros cuadrados de una vivienda social —edificaciones económicas para sectores vulnerables— y que por norma debe contar con una logia o lavadero, eso sí están en la periferia de la ciudad.

Cómo es vivir en Estación Central

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Lidia Santos vive en el piso 7 del edificio Central Alameda en la Calle Conde de Maule 4364. Decidió venirse a vivir a este lugar junto a su familia, que la componen su marido y su pequeña hija, por lo la cercanía con centro de la ciudad, el metro y el comercio, pero nunca pensó que iba a vivir encerrada en su departamento, "no hay tranquilidad, mucho ruido, falta de privacidad, discusiones que se escuchan y fiestas todos los fines de semana, no era lo que imaginaba", confiesa a Sputnik esta trabajadora.

Para Juan Vásquez, que vive en el piso 27 de la torre de calle Toro Mazote 110, en un edificio con 768 apartamentos, los ruidos y la tranquilidad no son problema, si la cantidad de familias que vive ahí porque se aglomeran para entrar a los ascensores, "se generan colas, no dan abasto para toda la gente que tiene que salir y entrar del edificio. Son entre 15 a 20 minutos de espera para entrar".

© Sputnik / Carolina TrejoFamilias viven hacinadas en estos imponentes edificios, fruto de la especulación inmobiliaria
Guetos verticales: la otra cara del neoliberalismo salvaje en Chile - Sputnik Mundo
Familias viven hacinadas en estos imponentes edificios, fruto de la especulación inmobiliaria

Lo insólito es que la concentración de personas que agrupan solo estos dos edificios supera los votos alcanzados en la última elección municipal, de 5 de los 8 concejales electos. Es decir, solo estas nuevas poblaciones verticales podrían dirimir las autoridades de esta comuna.

La voracidad inmobiliaria que ha permitido estas construcciones, solo fue contenida según los especialistas, por ser Chile un país de terremotos, lo que impidió sumar más pisos a estos mega edificios.

Una complicidad perfecta

Las cifras no solo hablan de números de personas sino de los ingresos que percibe la comuna por concepto de permisos de edificación. Según la Cuenta Pública de Estación Central, desde el año 2010 en adelante se comienza a evidenciar un crecimiento de las arcas fiscales por la recaudación de unos 69.876 dólares por conceptos de derechos Municipales de permisos de edificación.

En 2012, la Dirección de Obras Municipales se ha septuplicado, registrando unos 486.643 dólares. Para el 2015 las cifras confirman los enormes crecimientos en los ingresos, que superan un millón y medio de dólares sólo en permisos de edificación vinculados a los nuevos proyectos de vivienda en altura.

Son viviendas que, por sus costos, están destinadas a personas pertenecientes a las llamadas clases medias emergentes —grupo socioeconómico C3, D— o para inversionistas inmobiliarios, que compran para arrendar principalmente a extranjeros.

© Sputnik / Carolina TrejoEdificios de 30 a 40 pisos, en una zona sin restricciones de altura de edificación
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Edificios de 30 a 40 pisos, en una zona sin restricciones de altura de edificación

Frente a la consulta de por qué la municipalidad otorgó tantos permisos, Alejandro Verdugo es tajante "debo decir derechamente que hubo corrupción". Porque junto con una edificación que quebrantaba la norma metropolitana de densidad, muchos edificios se comenzaron a habitar sin la recepción final de obra.

"Los vecinos jamás tuvimos conocimiento de lo que estaba sucediendo en materia de construcción de estos edificios, Nunca el municipio informó a la comunidad lo que estaban autorizando" puntualiza Verdugo.

"En la medida que avanzaban las construcciones en altura, los vecinos colindantes sufrían la caída de materiales, escombros que dañaron algunas techumbres, jardines interiores destruidos. Por otra parte, se han visto afectados servicios básicos como la presión del agua potable" explica el vecino.

En palabras de Miguel Lawner, "los grandes grupos económicos han intensificado a una escala inimaginable su participación en la producción de viviendas y estamos experimentando un período de graves transgresiones a las normas de construcción y a los instrumentos de planificación territorial. Son infracciones toleradas a menudo por las autoridades nacionales y municipales".

La organización vecinal

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Frente a las consecuencias negativos y las irregularidades en los permisos otorgados, los vecinos se organizaron para paralizar la construcción de casi 50 edificios de más de 30 pisos de alturas, lo que fue directamente en contra de los intereses de 12 inmobiliarias, todas pertenecientes a la Cámara Chilena de la Construcción (CChC).

Agrupados en Defensa de los barrios de Estación Central los vecinos también recurrieron a la Contraloría general de la República, entidad que, en noviembre de 2018, determinó la "contravención a la norma" de los permisos de edificación otorgados y se debía paralizar las obras.

Las inmobiliarias frente a esta decisión recurrieron a Tribunal Constitucional para seguir con la construcción de los llamados guetos verticales. En agosto de este año el TC apoyó criterio el de la Contraloría, dándole la razón a los vecinos.

La pregunta que aún persiste es ¿qué se hace con los guetos que fueron construidos?

"Aquí quiero remitirme a lo que determina la Ley General de Urbanismo y Construcciones y su Ordenanza, como así mismo a los dictámenes de la Contraloría General de la República y algunos fallos de la Corte Suprema, en el sentido de que los permisos ilegalmente otorgados deben invalidarse y los ya construidos, deben demolerse, para dar una señal clara que hay un estado de derecho y las leyes se respetan" concluye Verdugo.

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