"Todo lo que quiero es que el Nuevo Año traiga mucha paz, que podamos trabajar tranquilos, sacudirnos de encima todas las cosas que tanto dañan a la gente, y sobre todo, que no haya espacio para el odio entre cubanos, vivan donde vivan o piensen como piensen", comentó a Sputnik Heriberto Méndez, a la salida de un mercado agropecuario a donde fue a comprar provisiones para la festividad.
La despedida del 2019 en Cuba no será muy diferente a otras en las últimas cinco décadas, donde la alegría, el regocijo, y los deseos esperanzadores de recibir un mejor año, casi siempre se empañan con las carencias, una economía que no termina de dispararse hacia adelante, la frustración del pariente ausente, y la incertidumbre de qué pasará el próximo día.
"Venir a pasar el fin de año con los míos es mi gran meta, me paso el año entero ahorrando dinero para venir y disfrutar en mi isla bella y con mi gente, esa es la mejor manera que tengo de combatir la nostalgia y no perder mis raíces", comentó Espinosa, rodeada de sus hijos y nietos en la barriada habanera de Flores, en el municipio Playa.
La música, el jolgorio, el cerdo asado, el ron, la cerveza, y el arroz congrí, ese cubanísimo plato que se prepara cocinando a la vez el arroz, los frijoles negros y pequeños trozos de carne de cerdo —también conocido como moros y cristianos—, son elementos distintivos de las casas cubanas en esta fecha.
"En mi casa se cocina en fin de año con las recetas de mi abuela y aunque ahora sea difícil encontrar las cosas, siempre nos esforzamos porque quede lo mejor posible y haga feliz a quienes vengan a compartir alegría en nuestra casa", comentó a Sputnik Rebeca Hernández.
De todas, quizás la que más ha trascendido en el tiempo es el clásico cubo de agua que se lanza a la calle cuando justo dan las doce campanadas del 31 de diciembre, una acción popular que se hace para "botar" todo lo malo que dejó el año viejo, y que no son pocos los transeúntes despistados que terminan empapados en agua.
También en el primer minuto del Año Nuevo, los cubanos acostumbran a comer 12 uvas, y en cada una que se llevan a la boca van pidiendo un deseo que esperan se les cumpla, una tradición que en muchas casas va precedida por un brindis.
En los últimos años, los más jóvenes han ido imponiendo nuevas formas que ya se hacen tradicionales y que también se realizan en el extranjero, como salir a las 12 de la noche del 31 de diciembre con una maleta para dar la vuelta a la manzana en el vecindario, algo que, según sus practicantes, dará la posibilidad de viajar al extranjero en el año entrante.
Otra nueva manera de esperar el Año Nuevo es quemar un muñeco de trapo o de paja, una tradición traída a la isla de otras latitudes, que también se hace para "espantar lo malo" que pueda llegar.