En el planeta hay 1.400 millones de insectos por cada persona y, según la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), más de un tercio de todas las especies están en peligro de extinción. La deforestación es una de las actividades humanas que más afecta la biodiversidad y los insectos, entre ellos a las abejas, que desde el año 2000 se están muriendo de manera acelerada.
En Colombia, desde marzo de 2018 se han tomado importantes medidas para proteger a los polinizadores y sus hábitats. Sin embargo, en diciembre de 2019 el Gobierno colombiano publicó un proyecto de decreto para reintroducir la aplicación a gran escala de glifosato para destruir los cultivos ilícitos de coca. Aunque aún no está aprobado, Duque reafirmó su intención de hacerlo este 2 de febrero, tras una reunión que el mandatario tuvo con Trump en la Casa Blanca.
Las aspersiones aéreas para la lucha antidrogas fueron suspendidas cuando el Gobierno del expresidente Juan Manuel Santos acogió una advertencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que consideró al glifosato como "probablemente" cancerígeno.
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Además, se fumigaría a pesar de los daños comprobados que el agrotóxico causa a las abejas. Según publicó la revista científica Nature, más de un tercio de las colmenas de Colombia se derrumbaron entre 2014 y 2017 debido al uso excesivo de agroquímicos.
El glifosato (conocido también por el nombre de su marca 'Roundup', de Monsanto), es un herbicidas de amplio espectro, porque es tóxico para casi todas las especies de plantas. En el mundo se usan al menos unas 700.000 toneladas de glifosato, cada año.
Ya en 2018 la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) había publicado un artículo en el que advertía que el glifosato es peligroso para las abejas, que debilitar su sistema inmunológico y altera su microbioma intestinal. Esto, según los científicos, es una prueba de que el glifosato contribuye al declive de las abejas en todo el mundo.
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Además, un estudio de 2019 realizado por dos facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA) analizó el efecto del glifosato sobre el desarrollo de las larvas de abeja y encontró que impactó de forma negativa en su supervivencia.
Al tener un crecimiento hasta en un 40 % más lento, "algunas abejas podrían no llegar a estado adulto", pero de conseguirlo serán de tamaño 30 % más pequeño. "Esto implica niveles de reservas menores y un sistema inmune empobrecido, lo cual reduce la probabilidad de que la colmena sobreviva a períodos de bajos recursos y puede alterar su dinámica poblacional", dijo Farina.
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Como si fuera poco, los investigadores de la UBA señalaron que las abejas expuestas al glifosato pueden tener dificultades para percibir el dulzor de un néctar y también para aprender la relación entre un olor floral y "la recompensa". Esto agrava la situación de las polinizadoras, ya que la flora nativa en los agroecosistemas está empobrecida y cada vez se deben esforzar más para hallarla, dijo a Todo Campo.