Según distintas hipótesis, esto se debe a un choque de un enorme objeto espacial, como un cometa, contra la superficie del séptimo planeta. Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad de Maryland (EEUU) concluyó que en realidad, pudo haber sido un enorme sistema de anillos, y no un cometa.
El hecho es que el calor generado por el fuerte impacto hubiera cambiado las órbitas de los satélites de Urano, además de haber derretido el hielo en sus superficies. Asimismo, Urano tiene un período de rotación similar con Neptuno, puesto que los planetas nacieron en la misma etapa, y el choque también hubiera cambiado dicho período.
En caso de que este proceso —llamado precesión— se haya alineado con la precesión del planeta, o el movimiento elíptico de su órbita hacia el Sol, allí se habría producido el ángulo de su eje. Cabe recordar que la resonancia es la principal razón de la inclinación de Saturno.
Los investigadores también crearon modelos tridimensionales de Urano y Neptuno con enormes discos para ver cómo interactúan con otros planetas del sistema solar y llegaron a la conclusión de que un sistema de anillos es capaz de cambiar hasta 70 grados el eje de la rotación del planeta, algo que explica la inclinación de 30 grados de Neptuno.
"Aunque no podemos generar las inclinaciones de más de 70 grados ni manejar las inclinaciones de más de 90 grados, una colisión posterior con un objeto con una masa de alrededor de la mitad de la de la Tierra, pudo inclinar Urano entre 70 y 98 grados", explicaron los autores del estudio.
No obstante, todavía se necesitan más estudios para probar esta hipótesis.