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Protagonistas de la cuarentena, los repartidores siguen precarizados en Argentina

© Sputnik / Francisco LucottiGerson, repartidor de la aplicación Rappi, trabaja horas expuesto, sin barbijo ni guantes
Gerson, repartidor de la aplicación Rappi, trabaja horas expuesto, sin barbijo ni guantes - Sputnik Mundo
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Fueron exceptuados de la cuarentena obligatoria ya que el envío de productos a domicilio es imprescindible para sostener el aislamiento y la actividad comercial. Sin embargo, los beneficios de un aumento de la demanda por servicios 'delivery' contrastan con una mayor exposición de quienes hacen las entregas mientras avanza el virus SARS-CoV-2.

Con las restricciones en la circulación de personas por la pandemia de COVID-19, la omnipresencia casi exclusiva en las calles de Europa y de Latinoamérica de los repartidores de plataformas digitales vuelve a despertar preguntas acerca del valor (y la valorización) de esta fuerza de trabajo. Son en gran medida jóvenes en precarias condiciones de contratación, más vulnerables que nunca.

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"Mantenemos un metro como mínimo de distancia, no hablamos de cerca con la gente, nos lavamos las manos con alcohol en gel antes y después de entregar el pedido y tratamos de taparnos la boca, en la medida de lo posible", enumeró a Sputnik Gerson Carvajal, repartidor de Rappi en Argentina desde hace un año.

Los servicios de mensajería y entrega minorista en Argentina —a través de aplicaciones como Rappi, Glovo, Pedidos Ya y Uber Eats— se han transformado en tiempos de coronavirus en un rubro indispensable sin dudas, tanto para abastecer a los recluidos como para mantener vivo cierto sector del comercio, como intermediarios entre tiendas, mercados, farmacias, restaurantes y sus clientes.

Según cuentan las personas que trabajan en el rubro, las empresas les envían constantemente mensajes recordatorios de las medidas de higiene, pero no ofrecen contención en caso de contagio y, al no ser empleados en relación de dependencia sino autónomos que trabajan por contrato, tampoco están asegurados.

"Tranquilo del todo no estoy, primero es la salud y después lo económico. Pero tengo este trabajo que me permite pagar el alquiler, porque nos siguen cobrando. Si no pudiera salir a trabajar no tendría ingresos para sobrevivir sin endeudarme", explicó el rappitendero.

Necesidades y oportunidades

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Se calcula que hay entre 60.000 y 90.000 repartidores de aplicaciones en actividad. La situación de cada uno de estos trabajadores es diferente y, mientras algunos están en situaciones más comprometidas desde lo económico, en otros impera el sentido de autopreservación.

Esto lleva a que se combine en estos momentos un aumento en la demanda con menos repartidores en las calles, por lo que quienes salen a la calle están pudiendo ganar entre 200 y 400 pesos (3 y 6 dólares) por hora, según registran ellos mismos en sus foros virtuales.

"Las probabilidades de morir por esto o que me afecten en lo personal son muy bajas, el mayor miedo que tengo es la posibilidad de contagiar a familiares o a otra gente que pudiera contagiar a personas mayores", dijo a Sputnik Pablo Moreno, quien trabaja con la aplicación Uber Eats y administrador del grupo privado de Facebook Repartidores Argentina.

Moreno comentó que Uber les envió un correo a sus "colaboradores" en el que les aseguraban un apoyo económico por el lapso de una quincena en caso de se les diagnostique COVID-19 o que se les ordene el aislamiento social. No está claro el alcance, el monto ni la forma en que se pondría en práctica.

Irrupción y reacción

Desde la irrupción de las aplicaciones de entrega personalizada en Argentina y la región, mucho se ha polemizado sobre la precarización y flexibilización laboral que está implícita en el modelo de negocios, donde los repartidores, en calidad de independientes, carecen de prestaciones y seguros contra accidente, robos o enfermedad.

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Vale aclarar que los servicios de cadetería, mensajería y delivery de comida que estas aplicaciones vinieron a acaparar o reemplazar en la mayoría de los casos tampoco ofrecían trabajo "en blanco" ni beneficios en el pasado.

Desde su llegada al país, a principios de 2018, han habido diferentes reacciones para regular la actividad. Los primeros en resistirse fueron los sindicatos de repartidores preexistentes, que denunciaron competencia desleal, y rápidamente se creó el primer gremio de estos nuevos mensajeros, la Asociación de Personal de Plataformas (APP), para exigir mejores condiciones.

En agosto de 2019, un juez falló en primera instancia para prohibir las aplicaciones en la ciudad de Buenos Aires a menos de que las compañías incorporaran en nómina a los trabajadores. La medida fue criticada por la APP por provocar la clandestinidad y poner en juego los puestos de trabajo.

​En marzo de 2020, el Ministerio de Trabajo anunció que enviaría al Congreso un proyecto de ley para regular la actividad y que se blanqueara a los empleados considerados en relación de dependencia encubierta.

​El 2 de abril, legisladores porteños del Frente de Todos (partido oficial a nivel nacional pero oposición en la ciudad de Buenos Aires) presentaron un proyecto para obligar a las empresas a proveer a los repartidores con materiales higiénicos como barbijos y guantes, en el marco de la pandemia de coronavirus.

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