A la puerta principal del centro sanitario también salen puntuales a aplaudir los médicos y enfermeros que pueden. Minutos de desconexión antes de volver a la realidad existente en el interior del Hospital Universitario de Getafe.
El hospital se reforzó con dos carpas de 200 metros cuadrados, sin embargo, la situación sigue siendo crítica. "Han tenido que abrir UCIs por todos sitios, hay más del triple de pacientes graves que en condiciones normales y todos son por COVID-19. Los intensivistas no dan abasto y no hay tanto personal de enfermería formado en UCI. Los compañeros están sufriendo una metamorfosis profesional altamente estresante", explica la enfermera.
Cansancio y miedo
La actividad en los pasillos del hospital es frenética. No hay tiempo para descansar y los sentidos tienen que agudizarse. La atención debe ser máxima y se tienen que cumplir los protocolos para evitar el contagio y por ende la expansión del virus. Un nivel de concentración que tienen que mantener durante horas.
Ferb asegura que "es lo más duro de su carrera profesional". Los sanitarios trabajan con el estrés y la tensión como compañeros. Incluso con la desmotivación y el temor. "Esto se intuye como una carrera de fondo, y ya estamos agotados. Trabajar con los EPI puestos todo el turno y con tanta tensión es muy difícil. Los pacientes están muy graves, a veces no vemos avance y vivimos situaciones muy críticas a cada turno".
"Por si fuera poco, muchos compañeros se están contagiando, necesitando ingreso, por lo que el miedo y la sospecha convive con nosotros como uno más", asegura la empleada del Hospital Universitario de Getafe.
En la Comunidad de Madrid, según datos de la Consejería de Sanidad, el pasado jueves 2 de abril había 3.103 facultativos infectados por coronavirus, cifra que no para de crecer. El domingo 5 de abril, un médico de la Unidad de Atención Domiciliaria del SUMMA se convertía en el primer sanitario víctima del COVID-19 en la región. Ese mismo día, en el Hospital Universitario de Getafe, fallecía un auxiliar administrativo que trabajaba en la Unidad de Rehabilitación de Área Pediátrica, después de contraer la enfermedad. "Tenemos mucho miedo a infectarnos", afirma Ferb.
Desde UGT lamentamos y lloramos la muerte del compañero y afiliado de nuestra organización, Ignacio B. Trabajador, Aux. Administrativo de URA Pediatrica, Hospital de Getafe. Te echaremos de menos.
— UGT (@UGT_Comunica) April 6, 2020
Ignacio que la tierra te sea leve.
Al menos, asevera la facultativa, están realizando tests de diagnóstico a todos los sanitarios, cuando se detecta un nuevo caso en el equipo de trabajadores. "Al principio no lo hacían, pero ahora parece que sí. Hay que esforzarse un poco para que te hagan caso, pero sí que es cierto que lo están haciendo".
Condiciones precarias
La mejor arma para luchar contra el contagio de los sanitarios es el material médico. Contar con un buen número de mascarillas, equipos de protección individual (EPI) y pantallas es básico según los trabajadores de hospitales, ambulatorios y residencias de la tercera edad. Sin embargo, casi ninguno de estos centros maneja un stock suficiente. La escasez impera y Getafe no es la excepción.
Ponerse un par de guantes o llevar puesto un EPI se ha convertido en 'un privilegio' y no siempre llegan para todos. No obstante, la falta de material no puede detener el ritmo de trabajo de un hospital desbordado. Entonces, hace acto de presencia la imaginación. Según Ferb, con una bolsa de basura se puede improvisar un traje. El plástico es impermeable y, "aunque da calor", es un apaño. Eso sí, su eficacia no está comprobada.
"Como he escuchado a un médico, vamos a la guerra con tirachinas. Pero, ¿y qué hacemos? ¿Nos negamos a entrar? ¿Y qué pasa con ellos? ¿Con los pacientes?", comenta Ferb.
Y no solo se quedan sin elementos de protección, sino también sin medios para tratar a los pacientes. Las despensas del Hospital Universitario de Getafe, al igual que las de muchos centros españoles, padecen la falta de fármacos como la morfina, la metadona o el midazolam. Todos, medicamentos paliativos.
"Material y personal", concluye la enfermera. Esto es lo que reclama el conjunto de facultativos que trabajan en el hospital público de Getafe para capear una crisis sanitaria que se intuye larga. Irene Ferb sabe que le quedan muchas tardes de salir a aplaudir a las ocho. De sirenas de ambulancias y estrés. De ver la autovía de Madrid a Toledo y no escuchar nada. "En enero, mis compañeros se reían de mí porque me empezaba a preocupar lo que estaba sucediendo en China. Todos apostaban que en España nunca ocurriría algo así. Ahora nos reímos de las marcas que nos dejan las mascarillas".