Ante la drástica caída de la demanda, fruto de la desaceleración de la economía global por la pandemia del coronavirus, los países de la OPEP y sus aliados —donde el más influyente es Rusia— tratarán de consensuar una reducción de la producción en una videoconferencia prevista para este 9 de abril.
En este contexto, los ojos están puestos en EEUU, Rusia y Arabia Saudí, las tres mayores potencias petroleras. Moscú y Riad sí están dispuestos a recortar su producción, pero insisten en que tiene que ser un esfuerzo ampliamente compartido, sobre todo por Washington.
Y es allí donde van a tropezar con la resistencia de EEUU, que no se plantea asumir ni el más mínimo peso, sino que quiere que lo hagan los demás. Donald Trump ya amenazó con imponer "aranceles muy sustanciales" a las importaciones petroleras si los precios siguen bajos, una situación que golpea fuertemente a la industria de hidrocarburos norteamericana.
En tanto, según se desprende de las declaraciones ofrecidas a Radio Sputnik por Carlos Mendoza Potellá, profesor de Economía Petrolera en la Universidad Central de Venezuela, los movimientos para salvar el mercado petrolero global recuerdan a las últimas patadas de ahogado.
Y es que, de acuerdo a cómo se desarrolla la situación con el COVID-19, todo apunta a que la caída de la demanda no va a hacer más que profundizarse.
"Mis pronósticos con respecto a la demanda y los precios son terribles", señaló, al subrayar que, incluso pasada la pandemia, "va a acelerarse la tendencia hacia la disminución de la participación de los hidrocarburos en la matriz energética global".
"Primero, porque la demanda va a estar afectada por la crisis económica terrible que afectará a todos los países. Y, segundo, porque la reconstrucción no se va a hacer sobre la misma base de dependencia de petróleo. Parece que la era de petróleo está más cerca de su final que en otros tiempos", auguró.