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Pemex, EEUU y OPEP+: el porqué de la postura de México ante un nuevo acuerdo

© REUTERS / Daniel BecerrilRefinería de Cadereyta, Pemex, México
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Durante la reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados, donde se discutieron medidas para estabilizar al mercado del crudo, México propuso la reducción de 100.000 barriles diarios de su producción nacional en los próximos dos meses.

El acuerdo clave de la reunión se centró en el consenso alcanzado por Rusia y los países productores de crudo, quienes pactaron el recorte de 10 millones de barriles diarios a partir del 1 de mayo y hasta el 30 de junio. Esto implicaba que México redujera su extracción diaria a 400.000 barriles, medida rechazada por el Gobierno del país latinoamericano, representado en la conferencia por la Secretaria de Energía, Rocío Nahle.

Hasta ahora, medios internacionales afirman que el pacto está en suspenso, a la espera de que México y Estados Unidos den su respuesta definitiva. Según Bloomberg, las negociaciones se renovarán el sábado, 11 de abril. Ante esto, este 10 de abril los ministros de Energía de los países miembro del G20 se reunieron en Arabia Saudí con la intención de finiquitar el acuerdo internacional.

"Nos ha costado mucho esfuerzo aumentar la producción, ya aquí hemos hablado de cómo durante 14 años consecutivos dejaron caer la producción de petróleo en el país. Fue un rotundo fracaso la política petrolera que aplicaron", señaló el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, sobre la postura adoptada por su país durante la reunión.

Dada esta posición, López Obrador también destacó que, tras una conversación telefónica con el presidente Donald Trump, Estados Unidos se comprometió a reducir unos 250.000 barriles diarios a fin de "compensar" la producción que México mantendrá. Así, las autoridades mexicanas anunciaron que la producción de su país pasara de 1.781 millones diarios a 1.681 millones de barriles, al tiempo que eliminaron el obstáculo principal para cerrar el acuerdo de OPEP+

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El economista Guillermo Barba subrayó en su entrevista para Sputnik que la promesa de López Obrador de rescatar a Pemex tiene un peso fundamental en la postura adoptada por México ante la OPEP. En ese sentido, dijo que la empresa del Estado mexicano debe "tratar de vender la mayor cantidad de petróleo que pueda producir al mayor precio posible. Por eso no era una buena idea comprometerse a reducir su producción, pues si —y cuando— se recompongan parcialmente los precios, debe justo vender lo más que pueda".

"Al final creo que México hizo bien en proponer solo una magra reducción de 100.000 barriles diarios, en vez de los 400.000 que se le pedían", comentó.

Barba consideró que la participación de México en el mercado de petróleo no es tan relevante como para pensar que su desacuerdo pueda afectar la estabilización en los precios del combustible. En todo caso, propuso que las presiones para aceptar la reducción planteada en la reunión OPEP+ "fueron meramente políticas".

Asimismo, Arturo Solís, periodista experto en materia energética, recordó que esa promesa de campaña de Andrés Manuel López Obrador significó recortes en múltiples rubros. Por ello, "el margen de maniobra de México es muy limitado como para aceptar un recorte de 400.000 barriles como propone OPEP+".

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Por su parte, Fausto Álvarez, extitular de la Unidad de Administración Técnica de Asignaciones y Contratos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, coincidió en que la política del Gobierno de López Obrador para rescatar Pemex es clave para la postura mexicana.

"El mensaje del Gobierno siempre ha sido: 'Nosotros vamos a producir más, detuvimos la caída en la producción, ya la estabilizamos, ahora vamos a crecer'. Esa siempre ha sido la bandera", comentó, Sin embargo, recordó que "antes de esta debacle petrolera por el coronavirus, ya muchos dudaban que la estrategia del Gobierno fuera la adecuada, sobre todo porque la poca rentabilidad de varios de los campos de Pemex hacía dudar de que la mejor estrategia fuera la de aumentar la producción".

En este sentido, los especialistas coinciden en que el principal reto de las autoridades mexicanas será conseguir compradores para sus barriles en un mercado que ha reducido drásticamente su demanda de crudo.

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"No reducir la producción implicará un problema. ¿En dónde se colocará toda la producción de crudo o derivados que no se venderá por la caída de la demanda? La gestión de excedentes implica numerosos problemas técnicos no menores, empezando por el almacenamiento. Por supuesto, la reducción de la producción trae consigo también numerosos problemas, pero eso no solo afecta a México, sino a todos los países que acordaron reducir la producción", mencionó Juan Arellanes, profesor de Geopolítica de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México, en diálogo con Sputnik.

La perspectiva internacional, además, indica que las grandes empresas petroleras han recortado sus gastos por la situación económica. Pemex, por tanto, podría verse más perjudicada, incluso tras la inyección de recursos anunciada por el Gobierno de López Obrador el 5 de abril.

"Las calificadoras nos van a comer vivas. Ya de por sí la calificación de Pemex y la calificación soberana está colgada de alfileres, lo que viene es sustantivamente peor. No hay razón para tener confianza en el país como productor de hidrocarburos" tras el rechazo a la propuesta de OPEP+, consideró Miriam Grunstein, profesora e investigadora de la Universidad ORT México.

Si bien México pudo atenuar las críticas a esa acción tras el anuncio de que el Gobierno de Estados Unidos apoyaría con la reducción de 250.000 de su producción, existen muchas dudas de los mecanismos para implementar este acuerdo. La secretaría de energía del país, Roció Nahle, sugirió que podría darse un intercambio cultural o de agricultura por este apoyo, recordó Arturo Solís.

"El apoyo contiene varias lecturas. La primera es un mensaje geopolítico: EEUU y México forman parte de un bloque, a pesar de sus problemas comerciales y de migración", comentó.

No obstante, el mercado estadounidene podría ser calificado como un mercado desregulado, subraya, a su vez, Fausto Álvarez.

"Tienen campos petroleros que producen lo que quieran. Entonces, si en Estados Unidos no existe la normatividad que permita estas reducciones, la pregunta es si la OPEP permitirá que un país adquiera las responsabilidades del otro. Más aún, no sé si los productores estadounidenses estarán de acuerdo en reducirse otros 250.000 barriles porque el presidente los comprometió a eso", apuntó Álvarez.

Miriam Grunstein, por su parte, mencionó las complicaciones que tendría la aplicación de este acuerdo.

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"Trump aceptó comerse barriles de los nuestros, pero sus leyes antimonopolio no lo permiten, porque la reducción del continente americano quedaría fuertemente dominada por Estados Unidos. Tendría demasiado poder para controlar el precio del petróleo", dijo.

Asimismo, la vaguedad de los términos puede representar un arma de dos filos.

"Trump ha dicho claramente que no realizará recortes deliberados de producción, sino que dejará que las fuerzas del mercado hagan su trabajo. Es decir, está esperando que los precios bajos provoquen restricciones de producción. ¿Qué supone esto? ¿Qué se abandonen los proyectos menos rentables? ¿Qué quiebren varias compañías de fracking? […] El éxito (entre comillas) del 'fracking' es el resultado de una política deliberada de seguridad energética, de una reducción constante de tasas de interés, de subsidios y diversas medidas intervencionistas estatales para mantener a flote un negocio ruinoso", resaltó Juan Arellanes.

La perspectiva internacional

La crisis asociada con la pandemia de la COVID-19 ha sido un factor para acelerar la caída en la demanda de crudo mundial en 30%. Expertos afirman que esto, así como el aumento en la producción de Rusia y Arabia Saudí tras su desacuerdo para recortar su extracción el 6 de marzo, llevaron a los miembros de la OPEP a aceptar la reducción de la décima parte del petróleo producido a nivel mundial.

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Sin embargo, en ese momento Riad optó por recortar sus precios de venta e inundar el mercado de petróleo. Esta operación también tuvo consecuencias en el descenso de 45% en el valor del crudo.

La caída de precios ha sido un elemento para forzar el acuerdo y para recortar la producción de barriles a nivel mundial. Por ese motivo, la propuesta de OPEP+ se limita a "recortar la producción para equilibrar la oferta y la demanda. Son leyes económicas muy sencillas: exceso de oferta baja los precios, exceso de demanda sube los precios", explicó Miriam Grunstein.

Pese a todo, la situación actual se caracteriza por un superávit de petróleo, calculado entre 20 y 30 millones de barriles, el cual está a punto de agotar las capacidades de almacenamiento de los países productores.

"Si nos vamos con el escenario grande, con la reducción propuesta habría un excedente de 20 millones en el mercado. Y a eso le sumas que, durante estos últimos días, ese excedente se estuvo almacenando. Entonces, no es solo el hecho de cortar esos 10 millones, vamos a seguir teniendo ese déficit con respecto a la sobreoferta", asentó Fausto Álvarez.

Cabe recordar que, hasta ahora, el precio de petróleo sigue oscilando, tal como recuerda Arturo Solís. "Los precios subieron cuando se anunció la reunión y bajaron cuando hubo temor de que no se concretaran", comentó. En ese punto, la postura de México cobró relevancia, pese a no ser el único país en desacuerdo con la propuesta de reducir su producción.

En todo caso, para Guillermo Barba, con esa acción los precios de referencia del barril "no aumentarán significativamente porque el colapso es causado por un fundamento: el desplome de la demanda global por la crisis del brote de COVID-19. Esa demanda no se levantará pronto, será de larga duración y seguirá presionando los precios del crudo a la baja", agregó. Asimismo, señaló que es importante observar si todos los participantes cumplen con las cuotas acordadas.

No obstante, también deben tenerse en cuenta las consecuencias sociopolíticas de este proyecto. Juan Arellanes reflexionó sobre el caso de los países árabes, ya que la mayoría de ellos depende de su ingreso petrolero para mantener sus finanzas. En ese sentido, podrían, más allá de celebrar la caída de precios, tener que enfrentar dificultades con un barril por debajo de los 60 dólares.

"Son muchos los países que pueden enfrentar una bancarrota petrolífera, es decir, una situación de inestabilidad y violencia política derivada de una drástica reducción de su ingreso petrolero. Confiar en que el acuerdo OPEP+ evitará estos problemas, resulta muy iluso. Los sauditas, por ejemplo, libraron bien las revueltas de la Primavera Árabe con generosos programas sociales, pero ahora estarán en condiciones fiscales mucho más precarias. Para Irán y Venezuela las consecuencias pueden ser insospechadas", concluyó.

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