"Aplanar la curva" es el mantra que se repite desde el 11 de marzo, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID-19 como pandemia. Dos días después, Argentina tomó la posta en la región y se adelantó con las primeras medidas tajantes para prohibir aglomeraciones y frenar la llegada de aviones desde regiones comprometidas.
Al cabo del primer mes, los análisis muestran un éxito —al menos provisorio– para contener la propagación del virus SARS-CoV-2 cuando se compara en una línea de tiempo con los gráficos de países donde se vivió un crecimiento exponencial de los contagios.
No fue en vano quedarse en casa. pic.twitter.com/1ig05cvSim
— Alberto Fernández (@alferdez) April 11, 2020
"Desde el primer caso, que fue confirmado el 3 de marzo, estamos teniendo una circulación viral comunitaria, que no está desbordando el sistema sanitario. Eso es producto de haber hecho este aislamiento estricto desde el inicio", dijo a Sputnik Ricardo Teijeiro, médico integrante Sociedad Argentina de Infectología.
"Lo que nosotros estamos buscando es que en ningún momento tengamos un crecimiento exponencial sino que mantengamos una circulación viral medida, con una cantidad de casos graves que no sobrepase la oferta del sistema sanitario", explicó Teijeiro.
Mantener la curva en forma de meseta busca que no se supere el límite de las capacidades de los centros de salud para así poder ofrecer atención a todos los contagiados, principalmente a quienes necesiten terapia intensiva, cuyas vidas estarán en juego. Sostenerla así también demanda asegurar la continuidad de las condiciones que permiten que esto sea posible.
"No vamos a poder relajarnos en todo el invierno"
"Es muy difícil saber hasta cuándo van a durar las medidas de aislamiento, va a depender de cómo vaya evolucionando la situación epidemiológica. Después se flexibilizará de manera gradual, siempre pensando que los pacientes de mayor riesgo, como los adultos mayores y los enfermos crónicos, van a ser los últimos que puedan recuperar su actividad social normal", anticipó Teijeiro.
Ocurre que el país se extiende hacia los confines del hemisferio sur y está recién en los inicios de la temporada invernal, época para la que se espera que se sumen los contagios de otras infecciones de transmisión común, que pueden, por un lado, complicar la saturación del sistema y, por otro, acelerar la propagación del coronavirus.
"No vamos a poder relajarnos en ningún momento durante todo el invierno porque vamos a tener alta circulación de todos los virus y enfermedades respiratorias. Quizás cuando termine la temporada dejamos de tener riesgo porque deja de circular fuertemente, pero todavía no lo sabemos. En algunos países del norte tuvieron rebrotes, aunque la tasa de ataque va cayendo después de los tres, cuatro meses", dijo el infectólogo.
Las principales preocupaciones de las autoridades están puestas en los distritos más pobres y densamente poblados del conurbano bonaerense, zona del país donde se concentra la mayor cantidad de casos y muertes y donde un brote localizado podría tener consecuencias devastadoras.
"Lo más importante ahora es tener la conducta y el compromiso, saber que el aislamiento estricto es necesario. No hay que dudar que esto es una medida de responsabilidad social y que depende de cada uno de nosotros", finalizó.