Etiopía y otros países africanos se preparan para una segunda ola de langostas. La primera invasión fue descrita por los funcionarios como la peor en 70 años, con enjambres que alcanzaron el tamaño de una megalópolis. Los expertos de la ONU dicen que la próxima ola podría ser 20 veces más grande que la primera.
De esta manera, un millón de personas en Etiopía se enfrentan a una crisis alimentaria, a esta cifra se suman otros 8,5 millones de personas que ya están en extrema necesidad de ayuda humanitaria.
Los agricultores y pastores necesitan ayuda en forma de insumos agrícolas y transferencias de efectivo para superar la emergencia, que se está agravando por la pandemia del coronavirus, declaró Fatouma Seid, la representante de la FAO en Etiopía.
"Es fundamental proteger los medios de subsistencia de la población afectada, especialmente ahora que la situación se ve agravada por la crisis del COVID-19", afirmó Seid.
Agregó que la invasión supone una "amenaza sin precedentes para la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia" en el país, ya que no solo ha causado una escasez de alimentos, sino que ha dificultado la temporada de siembra.
Otro problema causado por el brote es el retraso en el suministro de plaguicidas, que se utilizan para combatir las plagas. El suministro de productos químicos se ha interrumpido desde el comienzo de la pandemia.
"Nuestra prioridad absoluta es evitar la ruptura de las existencias de plaguicidas en cada país. Esto sería dramático para las poblaciones rurales, cuyos medios de vida y seguridad alimentaria dependen del éxito de nuestra campaña de control", subrayó Cyril Ferrand, jefe del Equipo de Resistencia de la FAO para África Oriental.
Las langostas también devastaron otros países de África, como Somalia, Kenia, Djibouti, Eritrea, Tanzania, Sudán, Sudán del Sur y Uganda. Las Naciones Unidas han pedido 75 millones de dólares para hacer frente a la crisis de los insectos en la región.