Lecciones crueles de la pandemia: cómo China cambia sus costumbres alimenticias

© AP Photo / Andy WongUn hombre con mascarilla puesta pasa cerca de un póster publicitario que promueve la protección de los animales salvajes
Un hombre con mascarilla puesta pasa cerca de un póster publicitario que promueve la protección de los animales salvajes - Sputnik Mundo
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Durante muchos años los pangolines y los murciélagos entre otros especímenes exóticos han formado parte de las tradiciones culinarias de China. La expansión de la pandemia de COVID-19 y la indignación de los defensores de la vida salvaje por fin empujaron a las autoridades chinas a dar los primeros pasos para erradicar esas costumbres alimenticias.

Las provincias sureñas de China son las que obtuvieron la mayor fama en el mundo por consumir estos animales. Un 60% de los residentes locales reconoció haber comido un animal salvaje al menos una vez en los últimos dos años. 

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No es solo la tradición la razón que empuja a los chinos a comer estas especies. Hay otras.  Una de ellas es la memoria que aún sigue viva del hambre que muchos tuvieron que pasar en la segunda mitad del siglo XX. Además, los chinos han comido pájaros, monos, serpientes y anfibios durante miles de años. Por ello, ahora les resulta difícil entender por qué estas costumbres causan tanta indignación en Occidente.

Un reciente estudio reveló que los principales consumidores de comida exótica en China no son los residentes rurales de las zonas pobres, quienes creen en las propiedades mágicas de la carne y los huesos, sino los jóvenes con carreras universitarias y un buen salario.

Esta mezcla de la tradición y nuevas tendencias contribuyó a que el mercado de estos alimentos pasase a desarrollarse velozmente desde el finales de la década de 1990.

Durante muchos años las autoridades no han tenido los suficientes instrumentos a su alcance para atajar el comercio ilegal de animales salvajes. Tampoco tenián información sobre su mercado negro y ni datos acerca de la situación ecológica. Aparte de ello, necesitaban entablar una estrecha cooperación entre las diferentes estructuras tanto dentro del país como fuera de sus fronteras.

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El comercio de animales salvajes se ha convertido en una industria extremadamente rentable y bien organizada. Hoy en día el volumen de este mercado se estima en 125.000 millones de yuanes al año —más de 17.672 millones de dólares—  y genera empleos para casi seis millones de personas.

Según una versión, el paciente cero de Wuhan que se contagió con el coronavirus SARS-CoV-2 podría haber comido carne de murciélago o de pangolín.

La posterior expansión de la pandemia de COVID-19 generada por el virus empujó a un grupo de 19 científicos a dar los primeros pasos para impulsar cambios en la legislación china. En particular, en enero del 2020 publicaron una carta en la que propusieron prohibir vender y comer animales salvajes. En un mes las autoridades chinas aprobaron un decreto que prohibió realizar operaciones relacionadas con el comercio de estas especies salvo para investigaciones médicas. 

Por si fuera poco las cadenas de televisión se sumaron a esta campaña nacional lanzando promociones en las que empezaron a explicar a los chinos que es necesario dejar de comer animales salvajes. Como resultado de todas estas medidas, a comienzos de marzo la Policía china incautó 92.000 ejemplares de estos animales y más de 5.000 kilos de carne de macacos, pájaros exóticos, jabalíes y civetas.  

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