Italia vuelve a encender los motores. El 4 de mayo más de cuatro millones de personas volvieron a sus puestos de trabajo después de casi dos meses de aislamiento en sus domicilios. El país está pasando a la así llamada fase 2 de la emergencia sanitaria que prevé un levantamiento gradual de las medidas de cuarentena, introducidas a principios de marzo para frenar la propagación del COVID-19.
A la calle con la mascarilla
Las calles de Roma están llenas de gente y coches. El tráfico es casi igual de intenso que antes de la cuarentena. Se forman largas colas delante de las oficinas postales. También están abiertos los bares y los locales donde se pueden comprar trozos de pizza o kebab. Está permitido comprar bebidas o comida, pero hay que consumirlas fuera de los locales.
"A pesar de las restricciones todavía en vigor, hemos vuelto a los horarios habituales, estamos abiertos hasta las 22.00", asegura Abdullah que vende kebabs en un barrio popular de la Ciudad Eterna.
Aunque las disposiciones del Gobierno no imponen el uso de la mascarilla en la calle, casi todos los peatones la llevan y las tiendas y los locales no permiten la entrada a los que no la tienen. Después de la penuria de mascarillas que se produjo en las primeras semanas de la cuarentena, ahora es bastante fácil procurárselas en las farmacias al precio fijo de 50 céntimos cada una.
Entre el miedo de contagio y la pesadilla de la crisis economica
Sin embargo, el camino hacia la normalidad no ha hecho más que empezar. El decreto sobre el desconfinamiento emanado por el Gobierno el pasado 26 de abril levanta las medidas de cuarentena de manera muy gradual. Si millones de italianos pudieron volver a sus puestos de trabajo el 4 de mayo, varias actividades todavía siguen detenidas o limitadas. Las tiendas de comercio minorista y los museos abrirán el 18 de mayo, mientras los bares y los restaurantes deben limitarse al servicio para llevar.
En general, las perspectivas económicas del país mediterráneo son poco halagadoras. El Banco de Italia calculó que en el primer trimestre de este año la economía italiana cayó un 5% y sigue contrayéndose en el segundo, mientras la Comisión Europea estima que en 2020 el PIB italiano se precipitará en un 9,5%.
Frente a la pesadilla del desastre económico se animan las discusiones entre los partidos políticos, con la oposición que insta a acelerar el relance de la economía y la coalición gobernante que teme un incremento de contagios.
📈📉 La #pandemia del COVID-19 tiene al mundo sumido en una crisis. Algunos expertos auguran la peor de las crisis económicas desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Otros opinan que esa es una teoría prematura
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) April 20, 2020
👉🌐 https://t.co/KMqGMJ9eOl
#⃣ #COVID2019 #coronavirus
El argumento también provoca polémicas entre el Gobierno y las regiones, que, según las declaraciones del ministro de Asuntos Regionales Francesco Boccia, tendrán más autonomía en definir el calendario del levantamiento de la cuarentena después del 18 de mayo. Sin embargo, no todos los gobernadores quieren esperan hasta esa fecha. El caso más emblemático es el de la presidenta de la Junta regional de Calabria, Jole Santelli, que permitió la apertura de los bares y restaurantes a partir del 30 de abril. Su ordenanza fue criticada no sólo por el Ejecutivo central, sino también por los alcaldes de las ciudades calabresas.
La incertidumbre del desconfinamiento
Entre las advertencias de los científicos y la presión de las autoridades locales y los empresarios, el Gobierno italiano parece estar atravesando un campo minado. Las restricciones están ahogando la economía, pero demasiada rapidez a la hora de levantar la cuarentena amenaza con el repunte de los contagios y de los decesos.
El total de los decesos por el COVID-19 en Italia está rozando el umbral de 30.000 casos. El Instituto Nacional de Estadística comunicó que en las regiones del norte la mortalidad creció en 95% entre el 20 de febrero y el 31 de marzo, con picos locales de 371% en Lodi, 391% en Cremona y 568% en Bérgamo. Estos datos no dejan dudas de que Italia no tenía otra opción más que introducir medidas severas para frenar el contagio, por muy alto que fuese su peso económico.
Ahora la curva de contagio está bajando, pero nadie puede dar el coronavirus por vencido. El regreso a la normalidad será lento, pero no hay otra opción. A pesar de las duras pérdidas económicas, la experiencia trágica de los últimos meses enseña que la prudencia es el hilo de Ariadna que Italia debe seguir para salir del complejo laberinto de la crisis.