Situada dentro de la ciudad amurallada, ocupada por Israel desde la guerra de 1967, en su interior se encuentra la tumba donde según la tradición cristiana fue enterrado Jesús antes de resucitar.
Desde este 24 de mayo, y como medida de precaución, los religiosos limitan a 50 el número de visitantes que pueden entrar al mismo tiempo, les obligan a llevar mascarilla, a mantener entre sí una distancia de dos metros y a no tocar ningún objeto de su interior, como iconos o piedras.
"Por motivos de seguridad y para evitar el riesgo de un nuevo brote de COVID-19, el número de visitantes no excederá los 50 por ahora", dijeron los religiosos mediante un comunicado divulgado a través de la página de internet de la Iglesia. "Solo se permitirá la entrada a aquellos que no den síntomas de fiebre y a aquellos que lleven mascarillas apropiadas".
"También será necesario que los visitantes guarden una distancia de al menos dos metros y eviten el contacto físico, así como que no toquen o besen piedras, iconos, tejidos o el personal de la catedral", añade el comunicado.