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Las agresiones de ultraderecha y la crispación política evocan a los peores fantasmas de España

© REUTERS / Nacho DoceUn hombre con la bandera de España
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El pasado sábado, coincidiendo con la manifestación de VOX contra el gobierno, dos personas fueron apaleadas por presuntos grupos de extrema derecha. No son enfrentamientos de extremista sino agresiones injustificadas. Una violencia que encuentra su reflejo en una crispación política.

La crispación política ya tiene el eco más indeseado: la violencia en la calle. El pasado sábado, en el marco de las manifestaciones de VOX contra el gobierno, se produjeron ataques que, según las víctimas, apuntan a grupos violentos de extrema derecha. La polarización se extiende en el Congreso de los Diputados, en las redes sociales y ahora también en terrazas y hasta en hogares a base de golpes y palizas.

Los dos casos del pasado sábado, en Granada y Málaga, dan fe de esta violencia que, en este caso, no es fruto de la confrontación sino, presuntamente, fruto de meras agresiones a individuos. Javier Cuesta, músico granadino y Juan Francisco, sindicalista malagueño, se toparon sin buscarlo con ataques físicos e insultos que les ha marcado física y psíquicamente.

© Foto : Cortesía de Javier CuestaJavier Cuesta durante una actuación musical
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Javier Cuesta durante una actuación musical

"El sábado recibí una paliza por parte de desconocidos que entraron a mi casa. Fue una situación muy desagradable que no le deseo a nadie", explica Javier Cuesta, músico que vive en el centro de Granada en una vivienda unifamiliar junto a sus padres. En su casa ondeaba la bandera republicana que Cuesta colgó en memoria del político Julia Anguita, recientemente fallecido. Al parecer, según los testimonios de su familia, la bandera provocó que el grupo de agresores orinaran en la puerta de su casa y entraran en la vivienda para quitarla a las 21.30 horas del sábado. "Yo vivo en la segunda planta, y al oír los gritos bajé las escaleras y vi a cuatro desconocidos saliendo del salón. Asustado, nervioso y a voces les grité '¿qué hacéis aquí?", evoca. Según el relato del músico, en ese momento comenzó un forcejeo.

"Empezaron a darme puñetazos y patadas entre los cuatro. Tras un golpe en el estómago perdí el equilibrio, caí al suelo y siguieron agrediéndome a patadas. El parte médico da cuenta de los hematomas en la espalda y la cara, y del dedo meñique derecho roto que me dejaron estos cuatro desconocidos".

El caso de Cuesta, músico conocido en Granada y muy ligado a movimientos de activismo social como 0,7 YA o el 15M, está teniendo mucha repercusión. "Solo espero que esto sirva para pararles los pies. Yo no soy una persona violenta, mis padres no me han educado así". Cuesta comparte su historia familiar, con abuelos y tíos que estuvieron en las cárceles franquistas o siguen enterrados en cunetas, pero explica que "a pesar de eso, yo no odio a nadie. Así que ahora me gustaría que me explicaran cómo les han educado, qué tienen en la cabeza para entrar en una casa y apalearme delante de mis padres, que tienen casi 80 años".

© Foto : Cortesía de Javier CuestaJavier Cuesta vuelve a colgar la bandera republicana en su balcón
Javier Cuesta vuelve a colgar la bandera republicana en su balcón - Sputnik Mundo
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Javier Cuesta vuelve a colgar la bandera republicana en su balcón
© Foto : Cortesía de Javier CuestaEl informe de alta urgencia de Javier Cuesta
El informe de alta urgencia de Javier Cuesta - Sputnik Mundo
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El informe de alta urgencia de Javier Cuesta
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Javier Cuesta vuelve a colgar la bandera republicana en su balcón
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El informe de alta urgencia de Javier Cuesta

El granadino recuerda que simplemente colgó en su casa una bandera republicana, "una bandera democrática", por lo que apunta al cada vez más necesario uso de la educación y la concienciación, "hace falta que nuestros políticos, todos, se sienten y hablen de este escenario de quien es más azul o más rojo, ¿pretendemos volver a 1936?" cuestiona indignado.

Uno de los aspectos que más duelen a la víctima, son las asunciones que han hecho algunos medios, calificando el ataque como una cuestión de delincuencia común. Cuesta recalca el motivo ideológico del ataque y descarta que fuera un robo. "Eran jóvenes bien vestidos, no eran maleantes, de hecho, en el forcejeo se ha quedado en casa un reloj Rolex y unas gafas Ray-Ban".

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Tanto este como el ataque de Málaga apuntan presuntamente a asistentes a la manifestación de VOX que representa a la extrema derecha pujante en Europa. El historiador Xosé M. Núñez, autor de Suspiros de España. El nacionalismo español, señalaba en La Vanguardia, a propósito del crecimiento de VOX, que este nacionalismo "ya estaba ahí y simplemente se ha tornado más visible, a la vez que algunos de sus exponentes se han radicalizado". Consignas violentas y evocadoras de tiempos bélicos, como "tiempo de rojos, sangre y piojos", se han podido oír estos días en las caceroladas y la manifestación contra el gobierno.

Físicamente mal, pero anímicamente peor

El caso de Juan Carlos es preocupante por el futuro de este sindicalista malagueño de 58 años y la convivencia en su barrio.  Más allá de llevar varias noches sin poder dormir en el sillón en el que permanece, afirma sentir miedo cuando piensa en volver a salir a la calle, "psicológicamente estoy muy tocado".

© Foto : Cortesía de Juan CarlosSelfi de Juan Carlos en las dependencias policiales tras ser agredido
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Selfi de Juan Carlos en las dependencias policiales tras ser agredido

Todo ocurrió también el pasado sábado, el día de las manifestaciones. Juan Carlos estaba en la terraza de un bar donde había comido con su familia cuando pasó un grupo de unas siete u ocho personas que, por su indumentaria y sus banderas, "presumiblemente" venían de la manifestación. "Clamaban vivas a Hitler y que había que matar a los rojos". Juan Carlos, sindicalista de UGT en el sector del ferrocarril, es un vecino muy conocido en su barrio de Málaga y siempre ha estado ligado a la lucha obrera. "No se si alguno me conoce de vista, probablemente sí", explica que mientras estaba en el suelo siendo golpeado, escuchó cómo se animaban, "¡dale al rojo de mierda!".

Lo que más le sorprende es que todo viniera de la nada.

"Ellos me increparon, yo me volví al bar para pagar mi consumición y sentí unos pasos detrás mía y un golpe. Caí al suelo y recibí patadas en la cabeza, en las costillas, no perdí el conocimiento, pero no sabía ni si estaba boca arriba o boca abajo".

Más allá del dolor, lo que preocupa al agredido y a su familia es el hecho de que sus agresores pudieran conocerle, también el hecho de que algunos vecinos le comentan que los radicales se reúnen en una peña cercana, en el mismo barrio. "Claro que tengo miedo", confiesa compungido. "Tengo 58 años y creí que esto eran cosas del pasado, de otros tiempos, nunca pensé que iba a vivir algo así, cuando me vi en el suelo de verdad que pensé que era mi final".

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UGT denunció también "el clima de crispación política alimentando desde algunos ámbitos de la derecha", que para la agrupación sindical, degenera en la violencia vista este fin de semana por parte de grupos descontrolados que ejercen su "matonismo".

"No puedo entender la violencia, porque no hablamos de una pelea o de un puñetazo, sino de ensañarse con una persona sola que está tirada en el suelo". La agresión, denunciada, ya está en manos de la ley, "nunca había visto ni vivido algo así, soy una persona dialogante, tengo amigos de extrema derecha con los que siempre discuto, no tengo ningún afán de protagonismo, espero que estas cosas dejen de suceder. Alguien tiene que parar esto".

Estos dos casos de violencia injustificada, junto a las agresiones a periodistas, o los insultos a defensores de los derechos LGTBI, por ejemplo en Barcelona, donde el Ayuntamiento he llevado a la Fiscalía a los seguidores de VOX por insultos homófobos, han tenido un peculiar impacto en las redes sociales y en la tertulia política. Se ha creado una especie de competición de los más agredidos. VOX, señalada por los recientes casos, condena todo tipo de violencia y pasa la pelota al vicepresidente Iglesias por incitar a la violencia y a realizar escraches.

En este clima de confrontación, que alcanzaba su cenit de conexión histórica en el Congreso de los Diputados con el ataque de Cayetana Álvarez de Toledo (PP) al vicepresidente Pablo Iglesias, no es de extrañar las conclusiones de un informe de las Fuerzas de Seguridad: alertan del escenario de inseguridad en las calles, con una "etapa de gran fractura social y de desgaste de las instituciones que, de algún modo, termine provocando una desestabilización más amplia, casi general", lo que para los uniformados, viene favorecido, precisamente, por la "la enorme polarización política". Sobre el papel de la extrema derecha, en el documento que publicó El Confidencial, las Fuerzas de Seguridad explican que tienen más presencia política que social, por lo que "no creemos que vaya a convertirse en un elemento de desestabilización".

En este marco, con viejas retóricas simplistas que evocan lo peor de nuestra Historia, es hora de preguntarnos en que bando queremos estar, y recordar que en una confrontación podemos tener un papel, como recordó el liberal Salvador Madariaga, en el contexto de la Guerra Civil, podemos ser la "tercera España", la que observa y no se alinea con la violencia.

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