La pandemia evidenció "cuán vulnerable somos las mujeres, y sobre todo las trabajadoras sexuales, porque nuestro trabajo no es reconocido como tal", dijo a Sputnik la secretaria ejecutiva de la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex). "Evidenció más que nunca nuestra precarización laboral", opinó Georgina Orellano, secretaria ejecutiva de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR).
Por ello este 2 de junio, Día Internacional de las Trabajadoras Sexuales, "el reclamo es por acceder a derechos laborales y sociales. Hoy más que nunca", indicó Orellano.
Al igual que Reynaga, Orellano considera que es urgente entablar un diálogo en el ámbito estatal. "Nos enfrentamos a una emergencia alimentaria y habitacional. La situación ha empeorado", indicó. Anahí, integrante de la Alianza Mexicana de Trabajadoras Sexuales (AMETS) dijo a Sputnik que la "situación es extrema", principalmente la de las trabajadoras de la tercera edad.
Ante la precariedad, las asociaciones miembro de la RedTraSex se organizaron para repartir alimentos a las trabajadoras. "Las compañeras son muy creativas y enseguida empezaron a ir a los mercados, mayoristas a recoger mercadería. También algunos donantes nos dieron la posibilidad de derivar los fondos para eso, entonces estamos asisitendo a las compañeras en muchos países, con una cantidad de mercadería sumamente importante", contó Reynaga.
"En todos los países donde se están llevando adelante políticas estatales para enfrentar la pandemia solamente están contemplados los trabajadores y trabajadoras que están registrados. Por fuera quedamos los trabajadores y trabajadoras de la economía popular", explicó.
Además, dado que el trabajo sexual está penalizado en la mayoría de los países, quienes trabajan vendiendo sexo tienen acceso nulo o muy restringido a los beneficios y derechos que la legislación laboral otorga a otros trabajadores, y se enfrentan al riesgo de ser criminalizados, detenidos, deportados y sancionados legalmente. A lo que se suma el problema que se desprenden de las economías informales e ilegales.
"En nuestro sector se mueve mucho dinero —indicó Reynaga—. Queremos demostrar que mientras sigamos clandestinas como estamos, no reconocidas por el Estado como trabajadoras, otra gente, muy poca, se llena los bolsillos. El proxenetismo ha crecido, el dueño del prostíbulo, los que regentean, que están prohibidos pero existen".
COVID-19 y trabajo sexual en Argentina
En Argentina el 96% de las trabajadoras sexuales son madres sostén de hogar y tienen entre uno y siete hijos, según datos de AMMAR. Al no tener opción de generar ingresos, sus condiciones de vida se precarizan aún más. Solo unas 1.200 trabajadoras sexuales han logrado que el Estado las reconozca como trabajadoras informales y acceder a bonos sociales.
Además, uno de los principales problemas que han tenido que enfrentar durante la emergencia sanitaria es el riesgo de desalojo. Muchas no tienen una vivienda propia, y al no estar registradas como trabajadoras tampoco cuentan con la documentación requerida para alquilar.
La mayoría viven en habitaciones de hoteles de familia, pagando alquileres exagerados que oscilan entre los 15.000 y 30.000 pesos argentinos (220 y 440 dólares). En los hoteles comparten baño, cocina y en muchos casos están hacinadas. En el barrio porteño de Constitución, por ejemplo, AMMAR cuenta 400 trabajadoras viviendo en esas condiciones, el 90% de ellas pertenecientes al colectivo LGBTIQ.
"Quedamos por fuera porque no hay una forma de poder mostrar nuestra pertinencia en el país, de mostrar que trabajamos y que nuestro trabajo está enmarcado dentro de la economía popular. Justamente el no poder demostrarlo siempre recae en la misma discusión: el no reconocimiento del trabajo sexual", aseguró Orellano.
Otro de los problemas que se ha agudizado durante la pandemia es la posibilidad de cobrar a los clientes, principalmente de las mujeres que trabajan en las redes sociales, a través de las cámaras. Según Reynaga están pagando el 30% de su tarifa a MercadoLibre para poder recibir el dinero que paga el cliente, porque es la única plataforma de cobro online que acepta recibir ese dinero. "Nosotras, aún en las redes sociales, volvemos a caer en manos de otra gente que abusa porque no tenemos un marco legal que reconozca nuestro trabajo", explicó. "Es terrible".
Trabajo sexual durante la pandemia en El Salvador
Las personas que ejercen el trabajo sexual "han sido ignoradas por el Gobierno" de Nayib Bukele, denuncia la Red Global de Proyectos de Trabajo Sexual (NSWP, por sus siglas inglés). Mujeres trans comerciantes y trabajadoras sexuales relatan que desde hace un mes, cuando se instauró el aislamiento, han sido víctimas de amenaza por parte de policías, publicó el portal de noticias Elsalvador.com.
La Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales LIQUIDAMBAR ha reportado que muchas personas que ejercen el trabajo sexual también están siendo desalojadas de sus viviendas. En vez de acceder al apoyo estatal a través del acceso a hogares de emergencia, según Elsalvador.com, son "víctimas de los dueños de mesones", para quienes no aplican las medidas dictadas por el Gobierno: evitar el cobro de alquiler y de los servicios básicos, como energía eléctrica y agua.
"Nos discriminan. [Necesitamos] apoyo con residencias, económico y con comida básica decente. O nos preparamos o moriremos en función de nuestra realidad. Este virus viene a quedarse y nada será como antes", dijo a NSWP una de las trabajadoras sexuales afectadas.
Según LIQUIDAMBAR, estas medidas "han resultado en violencia y asaltos sexuales, ya que la policía y los militares abusan de su posición de poder".
Una de las encarceladas fue la activista y coordinadora general de la Organización de Trabajadoras del Sexo de El Salvador, Ana Cristina Barahona. El 13 de abril fue detenida, cuando se trasladaba hacia su vivienda después de comprar alimentos para su familia y medicina para su hijo menor, quien padece de enfermedad crónica, según relata en su web la RedTraSex.
¿Por qué un Día Internacional de las Trabajadoras Sexuales?
El 2 de junio de 1975 un centenar de mujeres colgaron una pancarta en el campanario de la iglesia de Saint-Nizier en Lyon, Francia, que decía: "Nuestros hijos no quieren que sus madres vayan a la cárcel". Eran trabajadoras sexuales que estaban visibilizando y reclamando un cambio de las condiciones criminalizadoras y explotadoras en las que vivían. El hecho marcó un legado de activismo que desde entonces se celebra cada año en el Día Internacional de las Trabajadoras Sexuales.
Su acción ocupó los titulares de las noticias nacionales e internacionales, y dio inicio a una huelga a la que se sumaron trabajadoras de toda Francia. Cuando se sumaron las trabajadoras sexuales parisinas, la filósofa feminista Simone de Beauvoir apoyó el movimiento de conquista de derechos de las trabajadoras sexuales. "Espero que tengan éxito y estoy lista, con mis amigas del movimiento de liberación de la mujer, para apoyar este movimiento", dijo a Reuters. "En 2020, este es un aspecto crucial del activismo interseccional que no debe ser olvidado", señalan en NSWP.
"Nos parece importante que se conmemore el Día de nuestra labor", dijo Anahí, de la AMSET. Pero señaló que "se reconozca el trabajo sexual como labor tiene que suceder día a día".