Tanto en los espacios de trabajo como en el ámbito doméstico —tan confundibles e intercambiables en épocas de COVID-19 y cuarentena— algunos sonidos simples e inevitables, en apariencia inofensivos, pueden desatar la furia más inesperada en personas misofónicas.
El término deriva de las palabras griegas mísos (odio) y foné (sonido), y con él se alude la aversión que generan ciertos sonidos. Enojo, ira y ansiedad son algunas de las sensaciones descritas por los pacientes frente a los estímulos negativos.
¿Qué es misofonía?
La misofonía aún no es catalogada entre los trastornos mentales, y tampoco hay consenso entre los especialistas para que sea incluida dentro de tal clasificación.
Más recientemente, investigadores de la Universidad de Ámsterdam (UvA) que ya habían elaborado en 2013 un primer criterio para el diagnóstico de misofonía dieron un paso adelante. Llevaron a cabo una evaluación más exhaustiva de 779 personas con supuestos síntomas de misofonía "para determinar la naturaleza psiquiátrica, somática y psicológica de este problema [la misofonía]". Los resultados fueron publicados en PLOS One.
En el estudio se observó que:
- la mayoría de las personas diagnosticadas con misofonía son mujeres (69%),
- un 33% de los entrevistados indicaron antecedentes familiares de misofonía,
- el 72% no presentaba otro desorden psiquiátrico adicional (comorbilidad),
- entre quienes sí presentaban uno o más trastornos comórbidos, depresión era el más común (6,8%),
- el 26% de los diagnósticos fueron hallados rasgos de personalidad obsesivo-compulsiva, en especial de "alta moralidad y perfeccionismo clínico".
Ruidos molestos y reacciones intensas
La primera de las observaciones parece coincidir con el registro de antecedentes familiares de personas con misofonía. La segunda es una muestra de que los sonidos asociados al acto de comer (chasquidos con los labios, morder una manzana, masticación de alimentos crujientes, deglución, sorber, tragar líquidos, mascar chicle) son el mayor desencadenante de malestar, algo constatado en el 96% de los diagnosticados por el estudio de la UvA.
Los sonidos nasales y de respiración ruidosa (resoplidos y sonidos de las narinas, estornudos, ronquidos) también son disparadores en el 85% de los casos.
Además, hay acciones visuales que pueden provocar reacciones misofónicas, aunque su impacto es menor. Sin embargo, la simultaneidad de un sonido y una imagen, como ver una persona mascando chicle, puede acentuar la respuesta negativa.
Irritación extrema, enojo, y disgusto son las reacciones emocionales más comunes provocadas por los estímulos sonoros negativos en las personas con misofonía. Si bien la ansiedad no suele aparecer como una respuesta primaria, se reportó que la mayoría de los pacientes siente una ansiedad anticipatoria "al pensar en futuras situaciones de misofonía" y en cómo lidiar con ellas.
¿Qué pasa en el cerebro de un misofónico?
Otro estudio más reciente de la UvA, publicado en Nature, confirmó los hallazgos del estudio de Newcastle. Los investigadores notaron una hiperactividad en la corteza temporal superior derecha del cerebro, asociada a la atención auditiva, con lo que se constató que los sonidos misofónicos aumentan la atención de los pacientes. Concluyen que los desencadenantes audiovisuales provocan una excitación física y una respuesta emocional (ira), y que "los síntomas son mediados por una reactividad aumentada de la red de prominencia, combinada con hipervigilancia que se refleja en una sensibilización de la corteza auditiva".
Tratamiento
"El chicle para mí es el punto máximo, la lapicera [bolígrafo] también. Hay un grupo en Argentina que tiene esta patología. Yo, por ejemplo, me subo a un auto y si el señor que maneja está con un chicle me pongo directamente auriculares", señaló la actriz uruguaya Natalia Oreiro, quien padece este trastorno, en una entrevista para la TV argentina.
Para las personas misofónicas, las formas más comunes de atenuar el impacto de las situaciones molestas es escuchar música y alejarse de los disparadores, incluso utilizar tapones para los oídos, según han revelado las encuestas con pacientes.
Sin embargo, no es una solución definitiva, y tampoco es posible atemperar el malestar mediante estas actos en todas las situaciones. Algunos especialistas afirman que la misofonía puede ser tratada con terapia cognitiva conductual. En su tesis doctoral, Arjan Schröder, psiquiatra e investigador de la UvA, presentó un estudio realizado a 90 pacientes con misofonía. Estos fueron sometidos a sesiones grupales de terapia que incluían ejercicios de concentración, contracondicionamiento, manipulación de estímulos y ejercicios de respiración. En la mitad de los casos, los síntomas de misofonía se redujeron.