Las primeras concentraciones tuvieron lugar por la mañana en Brasilia, donde según el portal de noticias G1, agentes de la Policía Militar "realizaron un cordón en la Explanada de los Ministerios para separar a los manifestantes de los dos grupos".
Este domingo, la presencia de "bolsonaristas" fue menor que en domingos anteriores, y lo mismo ocurrió en Río de Janeiro (sureste) y São Paulo (sureste), las otras ciudades donde también hubo protestas de los dos lados.
Tras semanas de protagonismo de los movimientos ultraderechistas (el propio presidente Bolsonaro acudió en varias ocasiones a las marchas de Brasilia), en esta ocasión tuvieron más protagonismo los contrarios al Gobierno.
En esa ocasión, dado que los manifestantes contra y a favor del Gobierno estaba en el mismo lugar (la avenida Paulista) la tensión creció hasta el punto de que hubo pequeños altercados y la policía intervino para dispersar a los manifestantes.
Esta vez, no obstante, se evitaron incidentes porque la Justicia prohibió que ambos grupos coincidieran en el mismo sitio: en São Paulo los manifestantes pro-Bolsonaro se juntaron en la avenida Paulista, y los contrarios, en el Largo da Batata.
Las alusiones a lemas como "Las vidas negras importan" se mezclaron con las consignas contra el "fascismo" del presidente Bolsonaro.
Las marchas tuvieron en general un carácter pacífico: en São Paulo, dentro de la manifestación antirracista y anti Bolsonaro hubo un momento en que varios participantes rompieron la puerta de vidrio de una sucursal bancaria, pero el resto de manifestantes intervino para evitar mayores altercados, recalcando que el objetivo era protestar de forma no violenta.