Para medir el nivel de sedentarismo, 8.002 individuos que previamente no habían sido diagnosticados con cáncer llevaron un acelerómetro en su cadera durante 7 días consecutivos entre 2009 y 2013. Pasados unos cinco años 268 de los participantes fallecieron de cáncer. El riesgo fue un 82% más alto en las personas que se movían menos.
Además, los investigadores descubrieron que realizar cualquier tipo de actividad física de intensidad moderada, como el ciclismo, durante al menos 30 minutos puede disminuir en un 31% el riesgo de morir de cáncer. Mientras tanto, el mismo riesgo era en un 8% menor en los participantes que realizaron una actividad de intensidad baja, como caminar.
"Las conversaciones con mis pacientes siempre comienzan con la pregunta de por qué no tienen tiempo para hacer ejercicio. Les pido que barajen permanecer de pie durante cinco minutos cada hora o suban las escaleras en vez de usar un elevador. Puede que no parezca mucho, pero este estudio nos dice que incluso realizar una actividad a intensidad baja tiene beneficios para sobrevivir al cáncer", destacó Susan Gilchrist.
Aun así, este estudio tiene sus limitaciones. Entre ellas, la escasez de datos específicos sobre el tipo de tumor que sufrieron los participantes y el tratamiento que recibieron tras haber sido diagnosticados con la enfermedad. El próximo paso de los científicos estadounidenses, señala Gilchrist, será investigar cómo la vida sedentaria medida objetivamente influye sobre la incidencia de cánceres en lugares específicos y si el género y la raza desempeñan algún papel.