Los desfiles, que son una tradición cada año en Rusia, en esta ocasión tuvieron un simbolismo especial. Entre otras cosas, porque debido a la pandemia del coronavirus se debió aplazar su celebración del 9 de mayo, la fecha tradicional, al día 24 de junio, día en que en 1945 por la Plaza Roja "pasaron los combatientes que lucharon cerca de Moscú y defendieron Leningrado, que lucharon cerca de Stalingrado, liberaron a Europa, asaltaron Berlín", según recordó anteriormente Vladímir Putin. También el simbolismo radicó en que las condiciones para la celebración se dieron gracias a la drástica caída del brote del coronavirus en Rusia, fruto de una política eficiente para detener los contagios.
"Hoy, inclinamos la cabeza ante la memoria de todos aquellos que no regresaron de la guerra: hijos, hijas, padres, madres, abuelos, maridos, esposas, hermanos, hermanas, camaradas de regimiento, familiares y amigos. Lamentamos la partida de los veteranos que ya no están con nosotros", indicó el mandatario, al pedir un minuto de silencio en honor a los más de 27 millones de soviéticos que dieron su vida en la lucha contra el Tercer Reich.
Según el jefe del Kremlin, fueron los soviéticos —"millones de personas de diversas nacionalidades de todas las repúblicas de la URSS"— quienes se llevaron "la mayor carga en la lucha contra el nazismo".
"En 1945, más del 80% de las Fuerzas Armadas de Alemania y sus satélites se concentraron contra la URSS. Pero esa despiadada armada resultó ser impotente ante la unidad de los soviéticos. Fue nuestro pueblo el que pudo vencer ese mal terrible y total, derrotó a más 600 divisiones enemigas, eliminó un 75% del total de los aviones, tanques y piezas de artillería del enemigo. Hizo su camino heroico, justo e infinitamente sacrificial hasta el final victorioso. Y esa es la verdad justa y pura sobre la guerra. Y es nuestra obligación guardarla y defenderla", recalcó.
Además de Vladimir Putin, al acto asistieron 10 líderes internacionales, particularmente de Bielorrusia, Serbia, Uzbekistán, Kirguistán, Moldavia, Bosnia y Herzegovina, Osetia del Sur y Abjasia. Estuvo presente además, una delegación de Venezuela encabezada por el ministro de Exteriores del país, Jorge Arreaza.
En declaraciones a Radio Sputnik, el embajador de Rusia en Guatemala, Alexander Jojólikov, enfatizó que para el pueblo ruso "el Día de la Victoria en la Gran Guerra Patria es la fiesta más sagrada e importante".
Además, calificó como "una traición a los caídos por la causa justa de la lucha contra el fascismo" los intentos de los 'socios' occidentales de Rusia de tergiversar la historia de la Segunda Guerra Mundial, llegándose a hechos como la aprobación por el Parlamento Europeo de una resolución, el 19 de septiembre de 2019, que acusaba explícitamente a la URSS —junto con la Alemania nazi— de desencadenar la peor contienda bélica en la historia de la humanidad.
Una visión en la que coincidió el intelectual español Higinio Polo, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Barcelona, quien insistió en conversación con Radio Sputnik en que "la aportación de la Unión Soviética a lo largo de toda la Segunda Guerra Mundial fue absolutamente decisiva".
Subrayó, asimismo, que fue en la Unión Soviética donde se dieron las batallas "absolutamente decisivas para el curso de la Segunda Guerra Mundial".
Lo expresado por el intelectual español es "ampliamente compartido" en América Latina, según dijo a Radio Sputnik un especialista argentino en temas rusos Guillermo Galea, investigador y docente en la Universidad de Champagnat de Mendoza.
"Yo creo que la victoria se debe a la Unión Soviética, que tuvo la parte más dura, y América Latina tiene conciencia de ese sacrificio heroico", manifestó.
Un espectáculo de fuegos artificiales dio fin a las celebraciones del Día de la Victoria en Rusia, una fiesta de inmensa alegría y, a la vez, de infinito dolor.