El secreto de la remolacha está en sus nitratos. Al ser ingeridos, este elemento se convierte en ácido nítrico, el complemento natural perfecto para reducir la presión sanguínea y para mejorar la circulación. El corazón y el sistema circulatorio agradecerán a la larga el uso de este producto ya que reduce el riesgo de infarto e ictus.
La remolacha se puede preparar como guarnición para platos de carne o ensaladas: en cualquier forma aportará sus beneficiosos nutrientes. No obstante, los expertos recomiendan que se consuma, preferiblemente, cruda. Esto ayudará a que el cuerpo pueda beneficiarse mejor de sus propiedades, ya que el calor puede matar vitaminas, minerales y antioxidantes.
Otra forma muy buena de consumirla es haciendo zumos, algo que ayudará a reducir la fatiga y a mejorar el rendimiento de los deportistas. Aunque al tomar solo el zumo de esta renuncie a parte de su fibra, un zumo ofrece una especie de concentrado de sus nutrientes.
Para los más atrevidos, una opción es hacer una especie de patatas fritas de remolacha. Se corta fino, se hornea y, al cabo de un rato, tendremos remolacha seca y crujiente perfecta para untar con salsas.
Recordamos que la gran ventaja de la remolacha son sus betalaínas, unos pigmentos de color púrpura que tienen propiedades anticancerígenas y que ayudan a combatir las inflamaciones:
"Las betalaínas son un grupo de pigmentos vegetales anticancerígenos responsables del color rojizo o purpúreo de la piel de la remolacha (...). Estos ayudan a proteger diferentes órganos de inflamaciones que pueden dar lugar a enfermedades crónicas del corazón, a cáncer y a Alzheimer", detallan los especialistas.