El encuentro entre las selecciones de Uruguay y Ghana por Cuartos de Final de la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010 bien podría haber sido guionado y filmado para ser el desenlace de una película. Tuvo todo lo que los fanáticos del fútbol —incluso los que no pertenecían a ninguno de los dos países— sueñan: buen fútbol, golazos y un final electrizante que incluyó una mano heroica, un penal en la hora y una tanda de penales que quedó para la historia.
El partido terminó con un empate a uno sin que hubiera un claro favorito en la fría noche del 2 de julio en el Soccer City Stadium de Johannesburgo. Ambos equipos estaban jugados a los 30 minutos de tiempo extra, aunque el cansancio presagiaba que los errores comenzarían a aparecer y podrían ser clave.
El clímax de la película llegó en el minuto 119, último del tiempo extra. El cansancio hizo que los uruguayos se replegaran y permitió un último embate de los ghaneses. Un tiro libre permitió que el lateral ghanes John Paintsil pusiera la pelota en el área. Lo que sucedió allí duró milésimas de segundos pero para uruguayos y ghaneses parecieron horas.
En cuestión de instantes, el portero uruguayo Fernando Muslera descolgó el primer centro, el rebote quedó para el número 10 ghanes Stephen Appiah que logró patear a escasos metros del arco, la pelota rebotó en los pies del goleador uruguayo Luis Suárez, que ya se había plantado en la línea del arco por detrás de su propio portero. El rechazo de Suárez dejó la pelota perfecta para el cabezazo de Dominic Adiyiah. Muslera ya estaba vencido. Tenía que ser gol.
Pero algo ocurrió. Suárez, que seguía parado en la línea del arco, reaccionó y extendió sus dos manos para detener el balón. Los uruguayos pensaron que se habían salvado pero todos habían visto la infracción del delantero uruguayo. El árbitro portugués Olegário Benquerença pitó el penal y, como no podía ser de otra manera, expulsó a Suárez. El ánimo de los sudamericanos se vino abajo. Ahora sí, nada detendría a los ghaneses, más cerca que nunca de poder colocar a un equipo africano en una semifinal mundialista por primera vez en la historia.
El encargado del tiro fue el delantero Asamoah Gyan. Con el número 3 en la espalda, tomó carrera y miró fijamente a la pelota. Fuera del campo, Suárez lloraba y era consolado por el entrenador uruguayo Oscar Washington Tabárez. Con un resto de picardía, cruzaba los dedos de ambas manos para tentar a la suerte. Como si hubiera metido las manos una segunda vez, su gesto pareció haber surtido efecto y el delantero ghanés dio su disparo contra el travesaño. Muslera no pudo más que acercarse y agradecer al larguero con un beso.
Para los ghaneses, aquello sigue siendo un tema. "Nos hicieron trampa", dijo Paintsil en una reciente entrevista con la cadena BBC a propósito de los diez años del partido. "Sacar la pelota de la línea con la mano tiene que ser gol", acotó.
Su excompañero de equipo Hans Sarpei asegura que "no puede perdonar" a Suárez incluso pasada una década. "Él sabía lo que había hecho. Estábamos llorando y veías a alguien que hizo trampa celebrando. ¿Quién puede perdonarlo?", lanzó.

En una entrevista con la cadena Fox en 2019, Suárez recordó aquel episodio, aún incrédulo de su propia reacción cuando al equipo le hubiera servido más que el lateral Jorge Fucile, que ya se perdería el siguiente partido por acumulación de amarillas, hubiera metido la mano. "Es increíble toda la jugada. Primero, porque qué hacía yo metido dentro del arco. Fucile tenía amarilla, ya no jugaba la semifinal, siempre lo dije, ¿por qué no metió él la mano? Bueno, la metí yo y todavía me quiero hacer el boludo, como esperando a ver si me confunden con Fucile. Además, la sacó de rodillas y le vuelve a caer ahí, fue una injusticia".
Suárez rememoró que salió del campo "llorando, hundido" pero que retrasó su salida del campo para presenciar el disparo.

Pero el partido no terminó con el penal. Los dos equipos fueron a una tanda de penales en la que Muslera se lució tapando dos disparos. El último tiro le tocó a Sebastián Abreu, experimentado delantero uruguayo apodado Loco por su desfachatez dentro y fuera de la cancha. Cuando todos imaginaban un disparo fuerte y al medio, Abreu hizo gala de su autoconfianza y picó el balón, dejando al portero Richard Kingson sin nada que hacer.
El 2 de julio de 2010 se jugó el partido por cuartos de final entre Uruguay y Ghana, en la tanda de penales, Sebastián "El loco" Abreu definió de esta manera pic.twitter.com/u7lkyE9i9G
— HistoriasFifaWC (@HistoriaFifaWC) July 2, 2020
Ese estilo para patear penales, popularizado por el exdelantero checoslovaco Antonín Panenka, era una marca característica de Abreu. Sin embargo, patear así en la definición por penales en un Mundial parecía demasiado arriesgado. En una entrevista con el portal de FIFA en 2010, Abreu descartó que su decisión fuera una irresponsabilidad.
"Analicé al arquero, vi que se jugaba antes de que el rematador llegara a la pelota y tomando en cuenta que era un penal que significaba un pase a semifinales, intuí que era difícil que se fuera a quedar parado. Normalmente por la misma adrenalina se iba a inclinar para un lado. Lo tiré con confianza y gracias a dios pudimos festejar", explicó.
Una victoria histórica para los uruguayos, una tragedia para los ghaneses, el encuentro de aquel 2 de junio es de los últimos grandes hitos en la historia de los mundiales y es recordado frecuentemente por los entendidos como una demostración de lo emotivo que puede ser el fútbol en tan pocos minutos.