La Ley de Seguridad Cibernética entró en vigor en China en 2017. Según esta legislación, que regula la protección de los datos personales, toda la información sobre los ciudadanos chinos recopilada por las empresas, incluidas las internacionales, debe ser procesada y almacenada dentro del país asiático. Por ello, Apple firmó un año más tarde un acuerdo con su socio local, Guizhou-Cloud Big Data, para establecer un data-center que se encargue de realizar estas tareas.

Así, en 2019, la empresa china SenseNets, que desarrolla algoritmos de reconocimiento facial y servicios relacionados con análisis de vídeo, dejó en acceso libre en internet los datos personales de unos 2,5 millones de individuos chinos. Esta información incluía los números de tarjetas de identificación, los datos de geolocalización, los de movimientos realizados por estas personas en las últimas 24 horas, sus direcciones de residencia, fotos, e incluso dónde trabajan.
Ese mismo año, los medios chinos reportaron otra fuga a gran escala. Esta vez los datos acumulados por las instituciones de microfinanciación se filtraron en la red y comenzaron a venderse a las empresas que se dedicaban a conceder préstamos en línea.
A comienzos de 2020, el periódico chino Southern Metropolis Daily condujo una encuesta, en la que el 95% de participantes confirmaron que al menos una vez en su vida se habían topado con el robo de datos personales. La mayor parte de los encuestados declaró que temía sobre todo filtraciones de datos realizadas a través de las plataformas de comercio electrónico, las de banca en línea y las aplicaciones que utilizan sistemas de reconocimiento facial.
Mientras tanto, la consultoría International Data Corporation calculó que el mercado de big-data de China aumentará aún más en 2023 hasta alcanzar el valor de 22.490 millones de dólares. En estas circunstancias, será muy importante desarrollar una legislación que proteja de manera más eficiente los datos personales, un recurso tan esencial de nuestro tiempo, explicó a Sputnik el profesor de Wu Fei de la Universidad Jinan.
"A medida que China continúa desarrollándose económicamente, los datos se convierten en un recurso de importancia estratégica para el país. Previamente, el crecimiento económico de China y su potencial de consumo habían podido ser evaluados valiéndose de los datos estadísticos publicados por las autoridades. Ahora la información recogida por empresas privadas o extranjeras, también puede utilizarse para sacar conclusiones sobre el estado general de la economía (...) su sostenibilidad y potencial de desarrollo. Si estos datos se filtran al extranjero, este escenario podría representar una amenaza para la seguridad informática del país", aseveró Wu Fei.
Además, destacó que por ello es tan importante proteger los datos personales a nivel estatal. Esta importancia se hizo aún más evidente durante la pandemia, luego de que las personas en varios países pasaron a trabajar desde casa. Como consecuencia, aumentó la demanda de servicios especializados en organizar conferencias en línea. Empezaron a desarrollarse de una manera más activa los que facilitaban la gestión de documentos electrónicos.
Las medidas restrictivas adoptadas con el objetivo de luchar contra la expansión del coronavirus estaban estrechamente vinculadas con la tecnología electrónica. La mayor parte de países ha introducido sistemas para el seguimiento de movimientos y contactos humanos, los llamados códigos digitales de salud y los permisos electrónicos para el desplazamiento por las ciudades. Estos sistemas procesan un enorme volumen de datos personales sensibles, incluidos médicos, financieros y sociales, cuya fuga puede causar daños muy graves.
Una vez aprobada esta ley, las empresas, el Estado y las personas físicas trabajarán dentro de un marco jurídico unificado que por un lado simplificará el intercambio de datos entre el Estado y las empresas y por otro lo regulará. Los legisladores chinos esperan completar el trabajo sobre el proyecto de ley a finales del 2020.