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Primer Mundial de Fútbol 1930: la historia del deporte que marcó la vida de un país

© AP Photo / AnonymousGol de Uruguay a Argentina en Copa del Mundo de 1930
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La rica historia de las Copas Mundiales de Fútbol empezó en julio de 1930, cuando Uruguay se lanzó a la aventura de recibir a cuatro equipos europeos y nueve americanos. El periodista uruguayo Alfredo Etchandy recordó a Sputnik cómo el pequeño país latinoamericano llegó a quedarse con la sede y rememoró aquella mítica final contra Argentina.

"El fútbol ha sido muy importante para establecer la identidad de los uruguayos", enfatizó Etchandy, dando una idea de por qué la organización de un campeonato mundial de fútbol fue una prioridad para el pequeño país al sur de América Latina que estaba en plena consolidación de un Estado moderno.

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Las reformas sociales y de corte progresista impulsadas por los gobiernos de José Batlle y Ordoñez (1903-1907 y 1911-1915) sentaron las bases del Uruguay moderno que, esquivando el impacto de la Primera Guerra Mundial, se lanzó a la construcción de obras monumentales como su Palacio Legislativo en 1925 o el Palacio Salvo en 1928, en su momento el edificio más alto de Sudamérica.

Aquel impulso llevó a dirigentes de la Asociación Uruguaya de Fútbol a pensar en un proyecto para organizar un torneo mundial de fútbol, algo que la FIFA planeaba, sin éxito, desde comienzos de siglo. Las victorias rutilantes de Uruguay en los campeonatos de fútbol de los Juegos Olímpicos de París en 1924 y en Ámsterdam en 1928 daban el crédito que los uruguayos necesitaban ante la organización internacional.

Uruguay era, efectivamente, una potencia que sorprendía al mundo del fútbol. "Hasta el año 1924 ningún equipo sudamericano había ido a Europa a jugar. El primero fue Uruguay para los Juegos Olímpicos de París. Jugó nueve partidos de entrenamiento en España y después cinco en los Juegos y los gana todos", repasó Etchandy.

Aquella gesta "asombró al mundo" e hizo que muchos europeos descubrieran la existencia de un país llamado Uruguay. Para más prestigio, los uruguayos repitieron la victoria en 1928, esa vez llegando a la final junto a Argentina, demostrando que el fútbol rioplatense estaba muy por encima del europeo.

Cuando la FIFA organizó un congreso en Barcelona en 1929 para fijar la sede del ansiado primer campeonato mundial, Uruguay ya tenía varios argumentos a su favor. Además del innegable éxito deportivo, los dirigentes uruguayos presentaron un proyecto sustentado en el centenario de su primera Constitución y anunciaron la construcción de un monumental estadio, el Estadio Centenario.

Según Etchandy, el argumento que acabó desnivelando la balanza en favor de Uruguay fue que el país sudamericano ofreció pagar el pasaje a todas las delegaciones europeas que quisieran ir, así como un viático diario a los futbolistas. El ofrecimiento no era menor, teniendo en cuenta el difícil momento económico y que el viaje hacia el Río de la Plata insumía para los europeos no menos de 17 días en barco.

A pesar de la contundencia del proyecto uruguayo, la organización tuvo sus problemas. Etchandy recordó que el Estado tuvo que hacerse cargo de algunos costos inesperados. La construcción del majestuoso Centenario, que se hizo en tiempo récord, afrontó dificultades en su etapa final y obligó a fijar los primeros partidos en los estadios Parque Central y de los Pocitos.

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Además, la candidatura uruguaya despertó algunos recelos. Italia, que también aspiraba a organizar el campeonato de 1930, decidió no concurrir a Montevideo y abonó lo que se consideró un boicot contra la fiesta uruguaya. Finalmente solo viajaron Francia —país del presidente de la FIFA Jules Rimet—, Bélgica, Yugoslavia y Rumania. Inglaterra, que subestimaba la relevancia de la FIFA, tampoco concurrió.

Otros participantes quedaron literalmente por el camino. Fue el caso de Egipto, que había comprometido su participación pero no pudo llegar a la cita al perder el barco que los llevaría a Montevideo.

Con la incorporación a último momento del seleccionado de Bolivia, el campeonato tuvo sus 13 participantes definitivos: el local Uruguay, Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay, México, Estados Unidos, Perú, Francia, Yugoslavia, Rumania y Bélgica.

El campeonato fue un éxito de convocatoria. El público uruguayo se mostró interesado por el evento y los encuentros tuvieron una importante concurrencia. Uruguay debutó frente a Perú en la inauguración del Estadio Centenario el 18 de julio, justo el día en que se cumplian 100 años de su primera Constitución. El partido acabó con victoria uruguaya por 1 a 0 ante casi 60.000 espectadores, algo excepcional para la época.

Goles y polémica en la primera final del mundo

La final volvió a enfrentar a uruguayos y argentinos en el derby rioplatense. Etchandy apuntó que "la rivalidad era muy grande porque se enfrentaban desde 1901", definiendo habitualmente la Copa América.

Basado en los reportes de la época, Etchandy reconoce que a los argentinos "no los trataron del todo bien" en su paso por las canchas uruguayas. Tal como sería tradicional durante las décadas siguientes en partidos de la Copa Libertadores de América, los futbolistas argentinos solían recibir insultos del público, que también le lanzaba objetos.

Argentinos y uruguayos parecían disputarse todo y no solo dentro de las canchas. Desde la polémica por la pelota de la final —cada selección se presentó con su balón en la final por lo que el árbitro belga Jean Langenus decidió jugar un tiempo con cada uno— hasta el apoyo del célebre cantante de tango Carlos Gardel, quien debió cantar en las dos concentraciones días antes de la final.

En la cancha, la final fue para los uruguayos por 4 a 2. Los locales lograron remontar un partido que había comenzado con una victoria argentina por 2 a 1 en el primer tiempo. Más tarde, al regresar a Buenos Aires, los argentinos dirían que recibieron amenazas de muerte por parte de los uruguayos, que les advertían que "no saldrían vivos" si se quedaban con la copa.

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Si bien la calidad deportiva de los uruguayos había quedado demostrada en los torneos de 1924 y 1928, los argentinos abonaron la teoría de que Uruguay había triunfado por la brutalidad demostrada durante el campeonato. Etchandy señaló que algunos diarios argentinos de la época lanzaron una verdadera campaña antiuruguaya que motivó incluso agresiones a la Embajada de Uruguay en Buenos Aires.

"El fútbol era ya pasional", sintetizó Etchandy, consignando que el diferendo deportivo llegó al Gobierno argentino de la época que hasta evaluó romper relaciones diplomáticas con los uruguayos. Finalmente eso no sucedió y la rivalidad quedó en la cancha.

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