El incidente ocurrió el 23 de julio, cuando un caza F-15 de la Fuerza Aérea de EEUU voló cerca de un Airbus A310 de la compañía iraní Mahan Air que cubría el vuelo Teherán-Beirut.
"Ningún piloto del mundo se atrevería a realizar semejante interceptación por iniciativa propia, sin la respectiva orden de los mandos", aseguró Bízhev.
En su opinión, los norteamericanos de esa manera querían "exhibir su fuerza, marcar su presencia o tal vez a bordo de ese avión se encontraba una persona que les interesaba".
"Es bueno que el avión aterrizara y todos salieran ilesos, pero en todo caso, se necesita examinar ese incidente a nivel político por los canales de los ministerios de Exteriores", dijo el experto.
Mientras, el Mando Central estadounidense (Centcom) comunicó que el F-15 estaba cumpliendo "una misión aérea rutinaria" cerca de las fronteras de Siria y que, efectivamente, realizó un "reconocimiento visual estándar" de la nave comercial a una distancia segura de aproximadamente un kilómetro.
El portavoz de la Cancillería de Irán, Abás Musavi, declaró que Teherán tomará medidas políticas y jurídicas después de estudiar todas las circunstancias del incidente.