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Memoria de elefante: un joven gallego se aprende 15.469 dígitos del número Pi | Vídeo

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Javier Barral bate el récord del número Pi en España. Este gallego ha sido capaz de recitar 15.469 dígitos de la interminable constante matemática. Necesitó dos horas y media y casi cuatro meses de preparación.

Dicen que los recuerdos de la infancia son los más vívidos. Momentos de la niñez que no se borran del cerebro. Y, por norma general, una fase de la vida dispuesta en torno al colegio. Los patios, las pillerías, los profesores o los compañeros de clase suelen quedar grabados en la memoria. Incluso, el mobiliario de color verde, casi universal en las aulas de España.

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Más difícil es recordar el contenido de las clases, aunque siempre queda algo. Los recitales con las tablas de multiplicar, el análisis morfológico y sintáctico de las oraciones, el mapa con los ríos y las cordilleras… y el número Pi. Este es uno de los pilares de la educación matemática escolar. Es parte de la trinidad colegial formada con el teorema de Pitágoras, las raíces cuadradas y las reglas de tres. No hay niño o niña que no se acuerde de él. Al menos de su famosos inicio: 3,1415.

Y es que ser capaz de recitarlo entero sería parte de la épica fantástica. El número Pi no tiene fin, ya que es un número irracional con el que se representa la relación existente entre la longitud de una circunferencia y su diámetro. Una misteriosa constante matemática que cuenta con su día propio, inevitablemente el 14 de marzo. Y también con auténticos héroes que son capaces de decir en voz alta una parte de este eterno número.

Uno de ellos es Javier Barral. Este joven de 26 años, natural de la localidad coruñesa de A Pobra do Caramiñal, batió el récord español de memorización de decimales del número Pi, antes en 2.200 dígitos. Lo ha dejado en 15.469 decimales.

"El 15 de abril de 1969 es la fecha de nacimiento de mi tío. Fue un homenaje para él", responde Barral a Sputnik Mundo.

Una gesta de dos horas y media

El 26 de julio, Barral recitaba de memoria 15.469 dígitos del número Pi. Lo hacía tumbado y con una venda en los ojos. En total, cerca de dos horas y media de canto con dos paradas para descansar. "Las paradas eran para relajar la cabeza y beber agua. Era importante tener claro que venía después de cada parada para no empezar con dudas. Por eso, yo ya las había ensayado. Una en el 8.000 y otra en el 12.000", comenta el gallego.

Tras la hazaña, quedan atrás casi cuatro meses de trabajo. Prácticamente todo el periodo de confinamiento. El 28 de marzo fue el primer día que Barral se puso a estudiar. Desde ese momento hasta el recital, invirtió una parte de su tiempo todos los días al aprendizaje del número Pi. "No puedo decirte una respuesta muy exacta, porque iba por objetivos, no por tiempo. Todos los días repasaba todos y aprendía 150 nuevos. Cuando llevaba 4.000, me aprendía los 150 y los repetía dos o tres veces todos. Cuando llevaba 10.000, igual los repetía una vez. Si tenía dudas, repetía el número frente al ordenador e iba comparando con la chuleta", afirma.

Barral destaca el trabajo diario, sobre todo oral, clave para conseguir memorizar todos los dígitos. "Le doy mucha importancia al repaso diario. Puedes tener una idea vaga de que decimal viene, pero tienes que ser muy escrupuloso con el repaso. Así se te meten en la cabeza. Es bueno, tanto para el cerebro como para la lengua".

Además de repetir, el gallego utilizó otra táctica. La memorización por relación.

"Aunque es una secuencia aleatoria de números, yo buscaba relaciones. Fechas en los que hubiesen nacido familiares, dorsales de jugadores de baloncesto, fechas de partidos…Utilizaba cosas que me gustan para montar mi propia historia. Lo difícil era empastarlo todo, pero fue lo que hice", asegura.

A Barral, graduado en Química por la Universidad de Santiago de Compostela y poseedor de dos másteres, le gustan las curiosidades matemáticas. Además, siempre tuvo buena memoria. "Siempre me gusto la memorización. De pequeño, en casa de mis abuelos tenía un álbum de fútbol. Yo me aprendía las plantillas de los equipos y le daba el álbum a mi tía para que me preguntara. Además, siempre me gustó saberme los cumpleaños de todos mis compañeros de clase", asevera el gallego.

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No obstante, este fue el primer reto al que se enfrentó. Nunca había participado en concursos de memorización. El confinamiento le ofreció la oportunidad de prepararse. Invertía las horas en este propósito y también en su trabajo de fin de máster y el ejercicio físico. Pero, una vez alcanzada la meta, no cree que vuelva a repetirlo, al menos en un tiempo. "No creo que siga con esto. Igual dentro de un tiempo puedo volver. Aunque no en un futuro inmediato", indica Barral.

La mejor marca europea espera con un máximo de 24.000 dígitos. Una suma casi rocambolesca. Hace falta mucha memoria para esto, solo al alcance de algunos. Aquellos que, de sus días de escuela, recuerdan algo más que las cinco primeras cifras del número Pi.

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