"Sentí mucho miedo. Llevaba más de un año en Venezuela, sin poder estar con mi familia, no sabía que estaba enferma a mi regreso a Cuba y me preocupaba cuando estaba en la sala de sospechosos, a cuánta gente de mi familia podía haber contagiado, por lo que sentí mucho miedo de morir y no poderles decir cuánto los quería y lo importante que eran para mí", comentó a Sputnik la sobreviviente de esta peligrosa enfermedad.
Yaquelín, una enfermera residente en el municipio de Caibarién, a unos 330 kilómetros al este de La Habana, regresó a Cuba después de permanecer poco más de un año en el estado Bolívar, en Venezuela, como parte de la colaboración médica entre ambos países.
"Regresé de Venezuela a mediados del mes de marzo, y el día 23 de ese mes comencé con síntomas, no sabía que venía enferma", comentó a esta agencia.
Apenas unos días antes se había declarado la pandemia –el 11 de marzo-, y en su familia se habían detectado dos casos positivos –un nieto de siete años y su hermano-, hasta que ella presentó los primeros síntomas el día 23, un día después acude al médico donde le hacen una prueba de PCR (reacción en cadena de la polimerasa) y da positivo, y dos días más tarde ya se debatía entre la vida y la muerte.
Recordó que estando en la sala de cuidados intensivos, permaneció 30 días intubada, hasta que los especialistas optaron por hacerle una traqueotomía, pues cada vez que se le retiraba el tubo bajaba la saturación de oxígeno y se hacía necesario volver a aplicarle tan complicado procedimiento.
"Eso fue quizás lo más impactante durante los días de hospitalización –enfatizó-, porque pasar tanto tiempo intubada siempre trae consecuencias neurológicas, que afortunadamente no tengo".
Secuelas del COVID-19
A Yaquelín le quedó afectada la voz, a consecuencia de la traqueotomía que hubo que practicarle por los daños en su sistema respiratorio, y ya empieza a recuperar paulatinamente los sentidos del olfato y el gusto.
Subraya que la caída del pelo y la pérdida de peso corporal también le afectaron mucho.
"Mi cabello era largo, y ahora es bien corto, porque prácticamente se me cayó todo el pelo", dijo a Sputnik.
Mujer agradecida
Ya junto a sus familiares más cercanos, sus amigos y vecinos, Yaquelín agradece, en primer lugar, "a todos los especialistas que estuvieron conmigo en esos momentos difíciles".
"Estuve en estado crítico 37 días, sabía que estaba en terapia intensiva, que mi pronóstico era reservado, por eso en estos momentos a cada rato aprovecho y envío mensajes a través de las redes sociales para decirle a todos que se cuiden, que respeten las medidas, que sean disciplinados, porque hay que vivir esto para saber qué es", subrayó la enfermera villaclareña.
Ahora, asegura, esta oportunidad de volver a la vida le permitirá intentar ser una mejor persona.
"Toda esta historia me cambió la vida", agregó, "Antes de salir de misión a Venezuela era una persona alegre, sociable, pero después de esta experiencia siento un agradecimiento profundo por todo ese pueblo que estuvo pendiente de mi enfermedad, incluso muchos que no conozco, a los especialistas que velaron por mí, y sobre todo un inmenso placer de abrazar todos los días a mis hijos y nietos, a los que no me canso de decirles cuánto los amo".
Yaquelín se recupera en su Caibarién natal y desde su experiencia, insiste en que la propagación del COVID-19 se puede frenar y vencer esta pandemia.