Antes de su famoso vuelo, las otrora perras callejeras se llamaban Vilna y Kaplia. Sin embargo, se tomó la decisión de cambiar sus nombres a otros más adecuados para los primeros canes que orbitarían y volverían a la Tierra, si todo salía según lo programado.
Su misión sería el tercer lanzamiento del vuelo orbital canino y las autoridades espaciales de la Unión Soviética tenían suficientes razones para preocuparse: los tripulantes de las dos misiones anteriores fallecieron. Por eso decidieron que los nombres de Belka (Blanquita) y Strelka (Flechita) serían revelados solo si su vuelo tenía éxito.
Sin fuertes evidencias científicas de que era posible ir al cosmos y regresar vivo y sano a la Tierra, no se podrían autorizar los
primeros vuelos espaciales humanos. Cabe recordar que se trataba de los tiempos de la carrera espacial entre la URSS y Estados Unidos, cuando cada victoria y cada fracaso tenían una importancia aún mayor.
Afortunadamente, la misión de Belka y Strelka, que duró más de 25 horas, fue totalmente exitosa y los animales volvieron ilesos.
Su nave completó 17 vueltas alrededor de nuestro planeta. Durante la cuarta, Belka se puso inquieta y trató de escapar de los cinturones de su asiento, pero más tarde se tranquilizó.
Este episodio tuvo un impacto directo en la duración del vuelo del
cosmonauta soviético Yuri Gagarin, el primer ser humano en el espacio: por motivos de seguridad, las autoridades decidieron que la primera persona en el cosmos daría solo una vuelta a la Tierra.