En un comunicado oficial, la coalición señaló que la transferencia es parte de un plan a largo plazo coordinado con el Gobierno de Irak y "resultado del éxito logrado por las fuerzas de seguridad iraquíes en la campaña que continúa contra los restos de ISIS", la organización terrorista proscrita en numerosos países, entre ellos Rusia.
A las fuerzas iraquíes se les traspasaron instalaciones y equipos por valor de 347 millones de dólares.
En el marco de la operación Inherent Resolve, la base de Camp Taji albergó a unos 2.000 militares aliados, la mayoría de los cuales fueron retirados durante este verano.
El 5 de enero, el Parlamento iraquí aprobó una resolución que exigía la retirada inmediata y completa de las tropas extranjeras del país.
La resolución fue aprobada después de que Estados Unidos mató al general Qasem Soleimaní, comandante de la fuerza de élite Quds, y Abu Mahdi Muhandis, un alto rango de las Fuerzas de Movilización Popular (milicias chiíes iraquíes respaldadas por Irán) en Bagdad.
Los miembros del parlamento concluyeron que la acción de Estados Unidos violó la soberanía de Irak.
El presidente de EEUU, Donald Trump, afirmó que las tropas aliadas serían retiradas de Irak en cuestión de tres años.