"Lavrov informó a su colega bielorruso sobre los contactos recientes con sus socios extranjeros, durante los cuales se abordó la situación en Bielorrusia. Los ministros subrayaron la necesidad de una rápida normalización de la situación a través del diálogo nacional, respetando las normas de la Constitución y de las leyes de la república", señala el documento.
Ambos altos diplomáticos coincidieron en que la injerencia en los asuntos internos de Bielorrusia es totalmente inaceptable.
Lavrov recalcó que Moscú, en calidad de aliado permanente de Minsk, lo seguirá apoyando.
En los primeros días que siguieron a la votación, los agentes de seguridad dispersaron con gas lacrimógeno, balas de goma, cañones de agua, granadas aturdidoras e incluso fusiles con acción de bombeo a los manifestantes que protestaban por un supuesto fraude electoral. Miles de personas fueron detenidas, centenares resultaron heridas y al menos tres fallecieron.
Las escenas de violencia cesaron en los días siguientes, pero las protestas continuaron y trascendieron de la calle a algunas cadenas de televisión públicas y compañías industriales, que se declararon en huelga.
La oposición bielorrusa exige una repetición de los comicios, opción que Lukashenko ha descartado en términos contundentes.