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Células T: nos protegen del COVID-19, ¿pero también pueden envejecernos?

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Las células T, linfocitos del sistema inmunitario que protegen el organismo humano de patógenos como el virus SARS-CoV-2 del COVID-19, podrían ser también un acelerador del envejecimiento. Descubre qué son y cómo inciden en nuestro cuerpo.

Las células T, una especie de glóbulo blanco del sistema inmunitario, cumplen la función de identificar y matar a patógenos invasores o a células infectadas de nuestro organismo. Sin embargo, no todo lo que hacen es bueno. 

A través de una prueba con ratones, investigadores españoles descubrieron que las células T pueden acelerar el envejecimiento. Lo que hicieron fue bloquear la inflamación causada por estas células, lo que dio como resultado la disminución de algunos síntomas relacionados con el envejecimiento de los roedores. 

El equipo científico consideró crucial estos hallazgos ya que podrían brindar mayores insumos para encontrar nuevos tratamientos que beneficien a los adultos mayores. 

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Las células T del cuerpo humano son menos efectivas para enfrentar patógenos a medida que la persona envejece, lo que explica, por ejemplo, que las personas mayores sean más propensas a toda clase de enfermedades y virus, como el SARS-CoV-2 causante de la enfermedad COVID-19, se explica en la revista Science, donde fue publicado el estudio. 

Pero estas células no solo revelan el envejecimiento, sino que también podrían causarlo. Cuando se llega a determinada edad, el cuerpo pasa por un proceso de inflamación crónica, conocido como envejecimiento de origen inflamatorio o inflammaging en inglés, y los investigadores han propuesto que las células T pueden avivar dicho proceso por su carácter inflamatorio ante patógenos. 

¿Cómo lo descubrieron?

Para probar la hipótesis de que estas células promueven la inflamación crónica y aceleran el envejecimiento, el equipo a cargo de la inmunóloga María Mittelbrunn, del Instituto de Investigaciones Sanitarias del Hospital Universitario 12 de octubre de Madrid, modificó genéticamente ratones para que sus células T no tuvieran una proteína en sus mitocondrias —organelo que incide en el metabolismo celular—. 

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La falta de esta proteína obliga a las células a desarrollar otro mecanismo metabólico menos eficiente para obtener energía. Cuando los roedores cumplieron siete meses, edad de plenitud para estos animales, se comportaron con menos velocidad y energía que un ratón normal. 

Eran más flacos, con músculos más pequeños, y con corazones débiles, lo que los hacía más propensos a las infecciones. Las células T de los ratones alterados derramaban moléculas que desencadenan la inflamación, según los hallazgos del equipo, lo que sugiere que estas células son al menos parcialmente responsables del deterioro físico de los animales. "El sistema inmunológico juega un papel en el aumento de la velocidad del envejecimiento", dijo Mittelbrunn a Science. 

Para estar más seguros, buscaron generar el proceso inverso, e intentar posponer el envejecimiento de los ratones. Lo que hicieron fue dosificar a los ejemplares con un fármaco que bloquea el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-alfa), una de las moléculas inductoras de inflamación que liberan las células T. De forma sorprendente, los animales obtuvieron más fuerza, mayor velocidad en las pruebas con laberintos y más potencia del bombeo de su corazón. 

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