"Es la última oportunidad de que me pueda dirigir a ustedes. Mis palabras no tienen amargura sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron. Ante estos hechos solo me queda decir a los trabajadores: yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Tienen la fuerza, podrán avasallar, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra, la hacen los pueblos", pronunciaba a través de un mensaje de radio el presidente Salvador Allende a las 10:15 de la mañana de aquel martes, 11 de septiembre de 1973.
El Palacio de la Moneda se prendía fuego, y las Fuerzas Armadas, lideradas por el General Pinochet tomaban las calles. En medio de la tragedia de los eventos, Allende, que se encontraba dentro de la sede presidencial, cometía suicidio horas después de sus últimas palabras. La misión golpista estaba cumplida. Había comenzado la dictadura militar de Pinochet, que duraría 17 años.