Las catapultas de los portaviones suelen generar una fuerza tan violenta que permite acelerar aviones de 25 toneladas de cero a más de 240 km/h en una pista que mide tan solo unos 86 metros. La potencia que se induce en ese momento en el avión, en la tripulación y en la carga es casi cuatro veces mayor que la fuerza de la gravedad.
En estas circunstancias los aparatos que funcionan mal o tienen algún problema pueden correr el riesgo de sufrir incidentes parecidos al que tuvo recientemente un caza polivalente estadounidense F/A-18E Super Hornet. En el siguiente vídeo publicado en la red social Reddit se puede ver cómo el avión pierde un tanque en el mar tras despegar desde un portaviones. El combustible que había en su interior acabó derramándose en el agua.
Este accidente pudo haberse producido por varias causas, sugiere el periodista y especialista en aviación militar Tyler Rogoway. Por ejemplo, que el tanque no estuviese bien fijado o que hubiese sufrido un fallo electrónico que posteriormente causara la expulsión.
Además, el mismo piloto pudo haber decidido arrojarlo debido a un problema técnico. Sin embargo, es poco probable que la catapulta fracasase al acelerar el avión lo suficiente como para que este pudiese despegar de forma segura, concluye el autor del artículo publicado en el portal The Drive.
Rogoway destaca que próximamente el Super Hornet recibirá un avanzado sistema de búsqueda y seguimiento por infrarrojos que se montará en el morro de su tanque, de unos 1.800 kilos. Construir este medio para transportar el combustible le costará a EEUU más de lo que le ha costado fabricar su primo estándar. Así que perder un tanque implicará también perder un sensor y un sistema de computación y, por tanto, representará un gran percance para el país norteamericano, concluye el periodista.