No obstante, acto seguido, empezó a proferir una retahíla de medias verdades e informaciones bastante subjetivas sobre la realidad de Brasil, y sobre todo respecto a la política ambiental del país.
Países europeos, multimillonarios fondos de inversión y grandes multinacionales se unieron a la voz de indígenas y ecologistas reclamando medidas urgentes. Bolsonaro les respondió el martes, aunque la veracidad de sus afirmaciones puede ser puesta en duda.
Éstas son algunas de las medias verdades más destacadas del discurso del mandatario:
"Nuestra selva es húmeda y no permite la propagación de fuego en su interior", dijo en un momento el presidente brasileño.
Esto no es correcto.
Además, lo que arde mayoritariamente son los árboles que fueron talados en meses anteriores para abrir espacio para terrenos de cultivos y pasto para el ganado.
Bolsonaro asegura que no hay incendios, pero los propios datos de su gobierno le corrigen: según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), apenas en los primeros 14 días de este mes hubo más de 20.400 focos de calor en la Amazonía, más que en todo el mes de septiembre de 2019.
"Los incendios ocurren prácticamente en los mismos lugares, en el entorno Este de la selva, donde el caboclo y el indígena queman sus campos en busca de su supervivencia, en zonas ya deforestadas", fue otra de las frases de Bolsonaro en su discurso.
Según datos del Instituto de Investigaciones Amazónicas (Ipam, en su sigla en portugués) apenas 7% de los incendios ocurridos en la Amazonía el año pasado se produjeron dentro de tierras indígenas, que representan entre 20 y 30% de esta región.
Es algo insignificante comparado con el tamaño del problema. Además, al decir que la mayoría de incendios se produce en la zona Este de la Amazonía, Bolsonaro asumió que se dan en la llamada "frontera agrícola", la zona más degradada de la selva por la presión del latifundio.
"Nuestro agronegocio continúa pujante, y por encima de todo, poseyendo y respetando la mejor legislación medioambiental del planeta. Aun así, somos víctimas de una de las más brutales campañas de desinformación sobre la Amazonía y el Pantanal", afirmó el jefe de Estado brasileño.
La legislación ambiental de Brasil es compleja y bastante avanzada, pero apenas se cumple, y la impunidad para los infractores es la regla predominante.
En el Pantanal, los incendios de este año han sido los más graves que se recuerdan (ya se han perdido 2,3 millones de hectáreas, alrededor del 15% de su superficie total) y el propio Bolsonaro puedo comprobarlo la semana pasada, cuando el avión en el que viajaba casi se estrella por la falta de visibilidad que causaba el humo en la ciudad de Sinop, en Mato Grosso (centro-oeste del país).
A pesar de ello, el presidente brasileño aseguró en su discurso que los incendios en el Pantanal son "consecuencias inevitables" de las altas temperaturas y la elevada cantidad de masas orgánica en descomposición.
Las fake news de la pandemia
Bolsonaro no sólo hizo declaraciones polémicas al hablar de medio ambiente; también lo hizo cuando se refirió a su gestión de la pandemia del coronavirus.

Una decisión del Tribunal Supremo Federal dejó claro que estados y municipios podían aprobar medidas para frenar la expansión del virus, pero no negó competencias al Gobierno central.
Desde el principio de la pandemia, Bolsonaro ha manipulado esta decisión para esquivar sus responsabilidades y culpar al resto de las autoridades de las consecuencias económicas de la crisis de la pandemia.
El presidente finalizó su discurso diciendo que Brasil es "un país cristiano y conservador y tiene a la familia en su base".
No obstante, según el artículo quinto de la Constitución de 1988, de momento, Brasil es un Estado laico.