Según contó uno de los médicos que atendieron a la mujer, Jarrett Walsh, de la Universidad de Iowa, en un artículo publicado en la revista especializada JAMA Otolaryngology-Head & Neck Surgery, la paciente se sometió al test antes de la cirugía de hernia, pero de repente, se notó que un líquido transparente salía por una de sus fosas nasales. Más tarde, sufrió fuertes dolores de cabeza y vómitos, además de rigidez en el cuello y sensibilidad a la luz.
Afortunadamente, el equipo de Walsh logró drenar parte del líquido y realizó una cirugía para reparar el defecto. En caso contrario, la mujer podría haber desarrollado una infección cerebral potencialmente fatal.
El médico subrayó que normalmente el riesgo de las pruebas nasales es muy bajo, aunque advirtió que las personas que se habían sometido a cirugías nasales o de cráneo deberían optar por los test orales.