La Casa Blanca difundió en la noche del jueves 1 de octubre que el jefe del Estado había dado positivo en una prueba de control de la pandemia. Al día siguiente, Trump fue ingresado en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, situado en Bethesda (Maryland), un suburbio importante de Washington D.C. El sábado 3 de octubre, el médico de Trump, Sean Conley, habló a la prensa de "72 horas" y "día tres", al referirse al momento del contagio con el peligroso coronavirus.
El 'lapsus' del médico militar se debería al hecho de que, si efectivamente transcurrieron tres días desde el positivo de Trump, eso significaría que estuvo haciendo campaña electoral con el virus dentro de su cuerpo y ocultando ese delicado hecho a la opinión pública.
Trump lo sabía desde antes
De hecho, según informaciones del diario Wall Street Journal, Trump no reveló un resultado que ya había dado positivo en un test que le hicieron el 1 de octubre por la tarde, antes de aparecer en el canal de noticias Fox News, su emisora favorita. En esa entrevista, el presidente confirmó que una de sus principales ayudantes estaba ya infectada y mencionó el test que a él le habían realizado esa noche y por la que estaba esperando resultados, pero no citó la primera prueba. Es decir, no dijo que sospechaba que ya estaba contagiado.
Conley destacó que su paciente se estaba recuperando muy bien de la infección, a pesar de que el perfil de Trump encaja a la perfección en tres grupos de riesgo donde el temible agente patógeno es potencialmente más agresivo: es hombre, sufre de sobrepeso y supera los 70 años de edad.
La forzada rectificación del doctor Conley evidencia la nefasta comunicación de crisis de quienes vigilan la salud y la integridad de Trump. Si pretendían tapar la gravedad de la situación, el tiro les salió por la culata, porque esa atracción por el secretismo propició las teorías más inverosímiles, como aquella que sugiere que el contagio fue toda una farsa, un teatro, una puesta en escena, un artificio con el objetivo de ganarse las simpatías del electorado. Esa idea conspiranoica circula libremente por las redes sociales fomentada, sobre todo por jóvenes votantes progresistas que odian todo lo que Trump defiende y simboliza.
Alta y tratamiento de choque
Lo cierto es que Trump recibió el alta el lunes 5 de octubre porque, en realidad, así se lo pidió a los facultativos y porque estos consideraron que sus constantes vitales eran buenas en ese momento, aunque el propio Conley admitió que el jefe del Estado "no está fuera de peligro". ¿Tiene todo esto algo de lógica?
De todas formas, Trump se ha portado de una forma irresponsable. De nuevo. El 4 de octubre, sin avisar a los médicos, solo a los agentes del Servicio Secreto responsables de su integridad física, se encaramó a una de sus limusinas presidenciales blindadas y herméticas —las llaman La Bestia— y se dio un corto y sorprendente paseo para agradecer a los grupos de personas que hacían guardia delante del hospital militar, preocupadas por su delicado estado de salud.
Esa decisión electoralista supuso un desprecio indecente para la vida de sus guardaespaldas que estaban junto a él, dentro del vehículo acorazado.
De nuevo en Twitter
A golpe de tuit, anunció que le daban el alta, aunque no está curado, y restó importancia a la enfermedad que, sin embargo, ya se ha cobrado la vida de 210.000 estadounidenses. "¡Me siento muy bien! No tengan miedo del COVID. No dejen que domine su vida. Hemos desarrollado, bajo la Administración Trump, unas medicinas y un conocimiento realmente grandes. ¡Me siento mejor que hace 20 años!"
I will be leaving the great Walter Reed Medical Center today at 6:30 P.M. Feeling really good! Don’t be afraid of Covid. Don’t let it dominate your life. We have developed, under the Trump Administration, some really great drugs & knowledge. I feel better than I did 20 years ago!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) October 5, 2020
El siguiente paso consistió en coreografiar un regreso engañoso y extraño a su imponente domicilio, emplazado en el número 1600 de la Avenida Pensilvania, donde debería aislarse y respetar una cuarentena de dos semanas para no propagar el virus a diestro y siniestro… ¿Lo hará? Claro que no. Todos pensábamos que no acudiría al próximo debate contra el pretendiente demócrata Joe Biden, fijado para el 15 de octubre en Miami (Florida), pero los organizadores de la campaña presidencial republicana tienen la intención de mantener el choque cara a cara, aunque habría que cambiar el formato.