"Los miembros del Gobierno de Kirguistán nos dirigimos a los ciudadanos de la república, instándoles a mantener la estabilidad y observar las normas de la ley", dice el llamamiento.
El Gabinete de Ministros también señaló que aspira a garantizar un funcionamiento ininterrumpido de las estructuras económicas y sociales y de las organizaciones de importancia vital para los ciudadanos y mantener la estabilidad económica.
Además, indicó que una de las prioridades estriba en conservar a nivel internacional la imagen de Kirguistán como un Estado "soberano, democrático y de derecho".
Miles de kirguises, seguidores de los partidos que no superaron el umbral del 7%, se echaron a la calle el 5 de octubre para denunciar numerosas irregularidades en la votación y exigir la repetición de los comicios.
Las protestas derivaron en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Según el Ministerio de Salud kirguís, al menos una persona murió y casi 700 sufrieron lesiones en los disturbios, incluidos unos 200 agentes de orden público.
El 6 de octubre la propia Comisión Electoral Central anunció que califica como no válidos los resultados de los comicios.
El presidente de Kirguistán, Sooronbái Zheenbékov, denunció un intento de toma violenta del poder e instó a poner fin a los disturbios, dejando claro al mismo tiempo que había dado la orden de no disparar contra los manifestantes para evitar el derramamiento de la sangre.