"Hablamos de una recuperación y de un crecimiento que no van a venir por sí solos, que precisan del esfuerzo y la movilización activa de todas las energías nacionales", dijo Sánchez en un discurso desde el Palacio de la Moncloa para dar a conocer su plan.
Partiendo de esa base, Sánchez apuesta por inyectar unos 72.000 millones de los fondos europeos para dar un impulso a la economía en una fase inicial de reconstrucción durante el período 2021-2023, coincidiendo con la expiración de su mandato.
La clave: los presupuestos
Para ello pidió un voto de confianza a los partidos de la oposición española, porque no hay plan de recuperación que pueda salir adelante si el Congreso de los Diputados deniega al Gobierno la posibilidad de diseñar un plan presupuestario actualizado, algo que viene ocurriendo de forma ininterrumpida desde el año 2018.
Es decir, el telón de fondo del plan presentado por Sánchez es un grito de auxilio para que se le permita dar un horizonte de estabilidad a su legislatura, dotándole de herramientas y un marco temporal para luchar contra la crisis, o al menos para intentarlo.
"Es imprescindible que el plan se ponga en marcha cuanto antes, acelerar el calendario, y eso solo es posible inyectando estos recursos a través de unos nuevos presupuestos", dijo el mandatario español durante su discurso.
De hecho, el gobernante destacó que "este adelanto va a permitir muchas cosas" como "acelerar la ejecución del plan más allá de los tiempos que maneja la propia Comisión Europea".
En total, el plan de Sánchez espera que esta inyección de dinero sirva para "generar un impacto adicional en el PIB de 2,5 puntos anuales y crear 800.000 puestos de trabajo en tres años".
Del 5G a la economía verde
Por supuesto, los ámbitos a los que irán destinadas estas inyecciones ya venían predeterminados por Bruselas:
- transición ecológica;
- digitalización de la economía;
- fomento de la cohesión territorial;
- búsqueda de igualdad de género.
El Gobierno español se encuentra cómodo dentro de estos parámetros. De hecho, Sánchez se mostró convencido de que España ya necesitaba tomar esos puntos como ejes de actuación, incluso antes de la pandemia.
"La pandemia ha acelerado cambios que ya veíamos venir antes de la eclosión de la misma", afirmó.
Del mismo modo, prometió acelerar la transformación a gran escala del sistema energético para que sea 100% renovable en 2050.
En el ámbito digital, Sánchez plantea como actuaciones más destacadas una reforma de los planes de formación para jóvenes y la implantación de programas para que el 75% de la población tenga cobertura 5G en 2025.
En cuanto al peso de las inversiones, el plan contempla dedicar el 37% de los recursos europeos a la transición ecológica y el 33% a la transición digital, que concentrarán la mayor parte de los esfuerzos.
"Elevar la mirada"
En su discurso, el mandatario insistió en que la inversión en estos ámbitos, más allá de poner un parche sobre la crisis económica causada por la pandemia, debe servir para corregir problemas estructurales del sistema productivo español.
De forma concreta, mencionó que el escenario actual abre la posibilidad de recuperar músculo industrial en un país donde los servicios y el turismo son predominantes, dando lugar a una economía dependiente de complejas cadenas de valor y flujos de visitantes extranjeros, convirtiéndola en especialmente vulnerable a shocks como el actual.
"A la vez que superamos la emergencia debemos elevar la mirada más allá y planear el próximo avance colectivo que nos aguarda. Estos momentos amargos pasarán. Y precisamente en medio de la dureza de estos momentos es cuando debemos sobreponernos a este golpe brutal y convertirlo en una oportunidad de avance", dijo Sánchez al término de su discurso.
Pese al manto de grandilocuencia con el que Sánchez cubrió su discurso —pronunciado en un acto con aires solemnes, ante la presencia telemática de todos los embajadores de los socios UE en Madrid— desde los sindicatos mayoritarios pidieron al Gobierno pasar de las palabras a los hechos.
Por su parte, Pepe Álvarez, secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT), criticó que los objetivos de Sánchez no son "extremadamente ambiciosos", ya que su previsión de recuperar 800.000 puestos de trabajo es "insuficiente" tras haber perdido un millón de empleos solo durante la pandemia en un país que ya arrastraba problemas de paro, con más de 3,5 millones de desempleados.
La presión de los sindicatos tras el anuncio del plan es un recordatorio de los equilibrios que deberá hacer Sánchez en la gestión económica de la crisis: deberá contentar a sus socios izquierdistas de Unidas Podemos con medidas sociales al tiempo que maniobra políticamente para que el Congreso de los Diputados apruebe sus presupuestos e intenta que los programas de inversión no hagan saltar las alarmas en Bruselas por el inevitable aumento del déficit y la deuda pública.