El panorama político del Cono Sur sudamericano en 1980 no era el más propicio para hablar de Derechos Humanos. Las dictaduras cívico-militares que ya se habían consolidado en Argentina, Chile, Uruguay y Brasil y todavía no habían empezado el proceso de declive que permitiría el regreso a las democracias.
En ese contexto, el Premio Nobel de la Paz que el argentino Adolfo Pérez Esquivel recibió en octubre de 1980 fue un sacudón para los gobiernos de facto que encontraban en ese escultor y docente de la Universidad de La Plata un fuerte opositor.
La defensa de la no violencia y el rechazo a los gobiernos autoritarios de la época se convirtieron en su bandera y lo llevaron a fundar, en 1973, el periódico Paz y Justicia, a través del que se buscaba difundir el pacifismo, una forma de pensamiento que se distanciaba de la idea de la lucha armada impulsada por algunos grupos de izquierda desde la clandestinidad.
Cuando las detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones ya eran una realidad evidente en América Latina, Pérez Esquivel fue designado coordinador del Servicio Paz y Justicia para América Latina, una plataforma que buscaba reunir tanto a sectores populares, como indígenas, campesinos e intelectuales en el rechazo a las violaciones a los Derechos Humanos.
La noche en que se salvó de la muerte
Su actividad le dio una visibilidad peligrosa ante los gobiernos represivos. Así fue detenido en Brasil en 1975, en Ecuador en 1976 y en Argentina en 1977. En esa oportunidad pasó 14 meses preso, fue torturado y estuvo a punto de ser lanzado al Río de la Plata desde un avión en uno de los "vuelos de la muerte" que la dictadura argentina utilizaba para eliminar detenidos.
En efecto, por aquellos años el activista ya tenía reconocimiento internacional y la presión de organizaciones sociales de todo el mundo fue clave para que la dictadura argentina accediera a liberarlo, aunque pasó otros 14 meses más bajo libertad vigilada.
Un Nobel de la Paz en plena dictadura
Así de tumultuosa era la vida de Pérez Esquivel cuando, el 13 de octubre de 1980, el activista llamó a su casa desde un teléfono público para hablar con su esposa Amanda Guerreño. La mujer interrumpió la conversación para decirle que lo buscaban desde la Embajada de Noruega en Argentina, adonde pedían que se dirigiera con urgencia.
"El embajador me hizo pasar a un hall de entrada y miraba muy insistentemente el reloj de la pared. Yo le pedía que me dijeran por qué me habían convocado. Veía que habría un acto y quería saber de qué se trataba", contó. El embajador de entonces, Odd Gerhard Jakobsen, aguardaba porque el anuncio debía hacerse a las 17 horas de Oslo, las 12 del mediodía en Buenos Aires.
Cuando llegó la hora, el embajador puso al argentino en contacto con John Sannes, del Comité Noruego del Nobel, quien despejó el misterio: el activista había sido elegido como Premio Nobel de la Paz. Si bien se le fue anunciado el 13 de octubre, Argentina y Latinoamérica se enteraron del prestigioso galardón al día siguiente, el 14 de octubre.
Pérez Esquivel recién pudo recibir el premio físicamente el 10 de diciembre, con un discurso en el que aseguró que recibía el galardón "en nombre de los pueblos de América Latina" y "de manera muy particular de mis hermanos los más pobres y pequeños, porque son ellos los más amados por Dios". En su discurso, el argentino también reivindicó a indígenas, campesinos, obreros, jóvenes y religiosos.
El artista y docente se convirtió así en el segundo argentino en obtener el Nobel de la Paz. El primero había sido Carlos Saavedra Lamas, canciller argentino entre 1932 y 1938, que fue distinguido en 1936 por su papel en el final de la Guerra del Chaco.
La vida de activista no terminó con el Nobel. De hecho, el argentino contó que sufrió un intento de asesinato tan solo dos días después de que le comunicaran la distinción. "
Pérez Esquivel también tuvo un papel destacado en los juicios que se iniciaron en España, Italia y Alemania por crímenes contra sus ciudadanos cometidos por la dictadura argentina. Declaró y presentó pruebas al juez español Baltasar Garzón sobre la existencia del Plan Cóndor, a través del cual las dictaduras del Cono Sur coordinaban sus actividades represivas.
La distinción del Nobel también lo convirtió en un referente internacional. El argentino participó, junto a otros Nobel de la Paz, de campañas por la paz en territorios como Sudáfrica, Irak, Afganistán o Polonia.
Hace 40 años, en pleno desarrollo de las dictaduras latinoamericanas, me otorgaron el Premio Nobel de la Paz. No lo asumí a título personal sino en nombre de todos los pueblos de América Latina, de mis hermanos indígenas, campesinos, obreros, jóvenes...https://t.co/eCKgWAurSH
— Adolfo Pérez Esquivel (@PrensaPEsquivel) October 13, 2020
En la actualidad, Pérez Esquivel se mantiene como titular del Servicio de Paz y Justicia y como un referente de los movimientos sociales de Argentina. Desde esa posición, por ejemplo, fue crítico con el impacto del Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) sobre las clases populares y en 2019 manifestó su apoyo a Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
También mantuvo en los últimos años apoyos firmes a líderes latinoamericanos como el brasileño Lula da Silva o el boliviano Evo Morales, a quienes llegó a impulsar como posibles candidatos al Nobel de la Paz.