A diferencia de los erizos, los puercoespines pueden ser más ágiles con sus espinas, que se quedan clavadas en el cuerpo del atacante. Gator, un perro de dos años, lo ha comprobado en sus propias carnes.
El animal recibió el impacto de unas 500 púas en su cuerpo y quedó gravemente herido. Por suerte, ahora se encuentra mucho mejor gracias a su visita al veterinario y a un tratamiento de 30 horas.
Así que ya saben, mucho cuidado con estos roedores, y nada de acercarse a ellos si amenazan con atacar con sus púas si no quieren acabar como este perro canadiense.