Hasta Edward Luce, confeso partidario de Clinton en un diagnóstico muy lúcido en el Financial Times (04.11.20), comenta los "riesgos de Biden como presidente incapacitado (sic)" cuando la "verdadera lección del voto 'ferozmente cuestionado' es que EEUU es casi ingobernable (sic)".
La elección refleja la protobalcanización de EEUU y su delicuescencia acelerada: adelantada eminentemente por Joel Garreau, Las nueve naciones de América del Norte, el decano diplomático ruso Ígor Panarin y el pensador noruego Johan Galtung, Colapso de EEUU en 2020".
Basta ver el mapa de la fractura electoral estadunidense entre demócratas azules y rojos republicanos que exhibe su división costera, territorial, así como rural y suburbana/urbana.
En EEUU NO existe la 'democracia': un término que se usa muy laxamente y en forma insustancial por su tóxica propaganda.
Para empezar, su voto NO es popular, sino selectivamente estatal donde cada entidad federativa goza de un número determinado de votos —de acuerdo a su redistritación poblacional muy polémica de su racista Censo— de su Colegio Electoral, donde se requieren 270 votos para ser ungido como presidente.
Si EEUU practica una falsa 'democracia' muy publicitada, entonces ¿cuál es su verdadero sistema imperante?
Ya desde el siglo V a. de C., el inconmensurable pensador chino Confucio comentaba que el caos inicia con la confusión lingüística —cuando en EEUU se maneja sin rigor alguno su sistema como una espuria 'democracia'—.
Según Aristóteles, en el siglo IV a. de C. —oriundo del país que ideó la 'democracia' con Clístenes (siglo VI a. de C.), familiar del sabio ateniense Solón—, propuso una secuencia cíclica del 'poder' para su país y su época: monarquía/tiranía/aristocracia/oligarquía/orden social/democracia, lo que presupone su dinámica diacrónica y no su parálisis.
Si aplicamos el axioma de Aristóteles, EEUU ha involucionado a una tiranía de una triada fantasmagórica: plutocracia/bancocracia/cibercracia que aplasta la voluntad popular y es consustancialmente antidemocrática.
El historiador Polibio, en el siglo II a. de C., propuso una atractiva anaciclosis: la secuencia de monarquía/tiranía/aristocracia/oligarquía/democracia/oclocracia. Polibio se adelantó 21 siglos (sic) mediante la oclocracia, que no previó Aristóteles, con el postulado del pensador galo Gustave Le Bon y su Psicología de las masas.
Hoy, como consecuencia de la azorante revolución tecnológica en Silicon Valley, la triada antidemocrática de plutocracia/bancocracia/cibercracia se ha conjugado para someter al 99% de los ciudadanos estadunidenses. Cabe señalar que el GAFAM (Google/Apple/Facebook/Amazon/Microsoft), las joyas bursátiles del índice Nasdaq son controlados por sus gigabancos: Black Rock/Vanguard/State Street/Fidellity.
Los fraudes en EEUU no son nuevos y han sido bien estudiados desde las elecciones de Truman y Kennedy.
En forma más reciente, el candidato 'socialista' de los demócratas, Bernie Sanders, fue descarrilado dos veces consecutivas —por Hillary Clinton y por Biden— en Iowa por la poderosa maquinaria electoral de su 'partido'.
Dejo de lado las obscenas 'equivocaciones' de los principales mass media y las agencias informáticas de EEUU como Associated Press (AP) y me enfoco a las pandémicas encuestadoras que fracasaron estrepitosamente en sus espurias predicciones donde resalta más que nadie el locuaz Nate Silver con su FiveThirtyEight, vinculado a su correligionario George Soros, y quien ha sido sacralizado por The New York Times.
Es entendible que The Economist —vinculado a los intereses globalistas de los banqueros Rotschild/Soros— haya predicho un triunfo de Biden de 9 a 1 que no solamente no ocurrió sino que, peor aún, es hilarante y delirante en retrospectiva.
El portal británico Daily Mail, presuntamente vinculado al MI6, se va a la yugular de las pandémicas encuestadoras y pone en relieve la confesión de un encuestador que cataloga su profesión como un "fracaso sistémico", mientras exhibe los pletóricos errores de las encuestadoras Clear Real Politics, The Economist, y FiveThirtyEight del infatuado Nate Silver.
No cabe duda que The Economist hizo el mayor ridículo.
El portal The Hill, muy cercano a los demócratas, admite que de nueva cuenta fracasaron las pandémicas encuestadoras.

Llama la atención que los mass media y las pandémicas encuestadoras empiecen a echarse la culpa entre sí.
Así The Hill pone en relieve las "imprecisas encuestas estatales de ABC/Washington Post en Wisconsin".
Hasta el mismo The Washington Post —propiedad del globalista Jeff Bezos, mandamás de Amazon y vinculado a los designios de la CIA— se libra a la "historia" de las pandémicas encuestadoras que se han equivocado durante varias décadas antes de esta elección.
Mientras The Financial Times se deslindaba de la atropellada desinformación que le brindaba AP, Rowan Scarborough de The Washington Times sentencia en forma inapelable que los "grandes perdedores" son las pandémicas encuestadoras que "fracasaron en sus previsiones electorales".
En un cómico mea culpa, el The New York Times —vinculado a los intereses de los Clinton, los Obama y George Soros— comenta alegremente que las pandémicas encuestadoras "subestimaron (sic) a Trump": la "industria fracasó en tomar totalmente en cuenta sus malos pasos que llevaron a calcular erróneamente el apoyo de Trump hace cuatro años".
El feroz portal ZeroHedge también se refocila de los repetidos fracasos de la industria de las pandémicas encuestadoras.
Aquí ya no importa quién sea el triunfador oficial de las elecciones de la 'democracia bananera' de EEUU —que ni siquiera se practican con tanta obscenidad en Latinoamérica—, sino cuáles serán las medidas higiénicas para regular a las antidemocráticas pandémicas encuestadoras.
¿Se encamina EEUU a una guerra civil que todavía no se atreve a pronunciar su nombre?