El total de personas diagnosticadas con COVID-19 desde el inicio de la pandemia en España asciende a 1.458.591, de las que 40.769 perdieron la vida.
Aunque en los últimos días se consiguió frenar el aumento de la incidencia de contagios, los efectos de la segunda ola de la epidemia se empiezan a notar en la cifra de muertes, que no bajó de los 300 en toda la semana.
Los territorios con peores datos epidemiológicos siguen siendo Aragón, Navarra, País Vasco, La Rioja, Murcia o Castilla y León, todos ellos con incidencias que oscilan entre 750 y 900 casos.
Actualmente hay 20.296 pacientes de COVID-19 ingresados, ocupando el 16,5% de las camas de hospital. Hasta 3.125 de esos pacientes necesitan cuidados intensivos, lo que eleva hasta el 31% el porcentaje de ocupación de camas por COVID en las UCI.
En la última semana se realizaron 1,1 millones de pruebas de coronavirus (830.000 PCR y 330.000 test de antígenos) que ofrecieron una tasa de positividad del 13,3%.
España se encuentra desde el 25 de octubre bajo un nuevo estado de alarma que permite a cada una de las regiones del país aplicar medidas restrictivas de la movilidad y la actividad social, como el toque de queda nocturno o el confinamiento por zonas.
Además, la mayor parte del país prohíbe las reuniones sociales con una asistencia superior a las seis personas e incluso algunos territorios —como Castilla y León en la ciudad de Burgos— anunciaron este 13 de noviembre que esa cifra se reducirá a tres.
Pese a que el Gobierno descarta de momento decretar un confinamiento domiciliario como hicieron otros países, la mayoría de regiones mantienen suspendida o muy limitada gran parte de su actividad económica.