Los calamares Magnapinna no son una vista común dado que viven en la zona batial del océano (entre 1.000 y 4.000 metros de profundidad), adonde no llega la luz del sol y donde la enorme presión del agua dificulta las tareas de observación.
Gracias a un equipo de vehículos con control remoto y una cámara desplegada en la Gran Bahía Australiana, unos científicos marinos vieron cinco ejemplares diferentes del animal (aseguran que no era el mismo) como parte de un programa de investigación dirigido a conocer mejor la fauna batial de la zona.
"Estos avistamientos, los primeros en aguas australianas, han reforzado la hipótesis de una distribución cosmopolita, e indican una distribución agrupada localmente con calamares que se encuentran en estrecha proximidad espacial y temporal entre sí", sostienen los investigadores.
El equipo detectó los dos primeros ejemplares en 2015 a una profundidad que superaba ligeramente los 2.000 metros, mientras que los otros tres calamares fueron grabados en 2017 a una profundidad de poco más de 3.000 metros. Algo sin precedentes en aguas australianas, donde nunca se había avistado ningún Magnapinna. He aquí uno de los animales en movimiento:
Aunque cinco avistamientos sean muchos en comparación con lo registrado hasta ahora, hay que decir que estuvieron muy localizados. "Todos los avistamientos de Magnapinna en la Gran Bahía Australiana se hicieron en zonas de sedimento predominantemente blando, en el terreno de los canales de erosión de las laderas inferiores y en la sección superior del cañón submarino", declaran los investigadores.
Anteriormente se había observado esta posición, pero siempre estando el calamar en posición vertical, y no en horizontal como en este caso. También se llegó a ver que los tentáculos se flexionaban en un ángulo de casi 90 grados, tal y como recoge el medio ScienceAlert.
Los científicos creen que esto, teniendo en cuenta que los tentáculos parecen ser pegajosos, podría tratarse de un comportamiento de alimentación. Pero eso, como tantas otras cosas relativas a los Magnapinna, seguirá siendo un misterio hasta que no se arroje más luz en esta recóndita zona del océano.