El sistema, un modelo para muchos países, volverá a ponerse a prueba el 15 de noviembre, con la celebración de las elecciones municipales. Más de medio millón de urnas electrónicas ya están esperando a 148 millones de electores, que no gastarán ni media hoja de papel. Simplemente, teclearán un número.
"No fuimos los pioneros, pero hoy somos referencia mundial en el proceso electrónico de votación. Organizamos las mayores elecciones informatizadas del planeta, somos la cuarta mayor democracia del mundo y la urna electrónica está en el 100% de los puntos de votación desde el año 2000. Todo el proceso está informatizado", explica a Sputnik el secretario de Tecnologías de Información del Tribunal Superior Electoral (TSE) Giuseppe Janino.
Janino fue uno de los pioneros que en la década de 1990 idearon un sistema que tenía por objetivo reducir la intervención humana al mínimo imprescindible, para luchar contra el fraude, un problema histórico en las elecciones brasileñas. En 1996 ya se instalaron las primeras urnas electrónicas, y cuatro años después las papeletas en sacos de lona se extinguieron para siempre.
Un invento 100% brasileño
El funcionamiento de estas urnas, que en realidad son unas máquinas parecidas a un mini cajero automático es muy simple: tienen un teclado en el que el elector teclea el número de su candidato; el político en cuestión aparece en una pantalla y si el votante está de acuerdo aprieta la tecla verde. También puede elegir naranja para corregir o blanco para votar en blanco.
El funcionamiento, totalmente intuitivo y sin palabras de por medio, fue pensado para que pudieran votar los millones de analfabetos que aún hay en Brasil, pero también las personas con deficiencias visuales (cada tecla tiene su número en braile). Muchas de las urnas no necesitan estar conectadas a la corriente y funcionan con baterías autónomas, pensando en la escasez de electricidad de las zonas rurales más aisladas.
"La urna electrónica fue desarrollada para las peculiaridades y la cultura del pueblo brasileño, es efectivamente brasileña", explica Janino. La seguridad es otro de sus puntos fuertes. A pesar de que el voto es electrónico, las urnas no están conectadas a Internet. No tienen Wi-Fi, Bluetooth ni nada parecido. Al no estar conectadas a una red conjunta son prácticamente inmunes al ataque de hackers.
Seguridad ante todo
Según Janino, en 24 años de utilización no ha habido ni un caso de fraude comprobado. Cada vez que hay algún caso sospechoso la Fiscalía y la Policía Federal lo investigan, y hasta ahora existió ningún incidente serio. "Las urnas tienen varios mecanismos de seguridad, son más de 30 barreras digitales de protección", apunta. Cada año, el Tribunal Superior Electoral invita a varios hackers para que intenten penetrar en la urna y después hace las correcciones pertinentes en los puntos débiles.
Hasta el último rincón
Uno de los desafíos de organizar elecciones en Brasil es llegar a todos los votantes. La mitad del país, de dimensiones parecidas a Europa continental (8.500 millones de kilómetros cuadrados), está cubierto por la Amazonía… pero en la profundidad de la selva también se vota. Cada año electoral, las urnas electrónicas llegan hasta aldeas indígenas y otros asentamientos aislados, muchas veces tras varios días de viaje en barco o con la ayuda de helicópteros y aeronaves de las Fuerzas Armadas.
Para reforzar aún más la seguridad y evitar la suplantación de identidad, Brasil empezó a implantar en los últimos años un sistema de biometría en las urnas, que reconoce las huellas digitales del votante. No obstante, esta innovación, ya presente en la mayoría de estados, no se usará en las elecciones municipales debido a la pandemia del coronavirus, para evitar posibles contagios al tocar la misma superficie. Además, el clásico gesto de teclear los números en la urna con el dedo esta vez deberá hacerse con un bolígrafo.