Para llegar a uno de los ingresos de la Armella, hay que dejar atrás el Cerro del Chiquihuite, que marca el norte en la capital y alberga en su cumbre a las antenas de transmisión de la radio y la televisión. La Armella es un área nacional protegida desde el año 2006 pero luce olvidada de la atención gubernamental, en su papel de límite natural entre la capital y su zona conurbada, el Estado de México.
Escondida entre calles angostas que suben y bajan, la zona es una de las entradas a la boscosa Sierra de Guadalupe, que se ha convertido también en un punto señalado por esconder enterramientos clandestinos. Sin saber exactamente en dónde entre las 193 hectáreas de la Armella, distintas personas señalaron que allí han sido abandonados o inhumados sin señalizar los cuerpos de personas asesinadas y que por tanto, se hallan desaparecidas.
Esta vez, la diligencia se concretó a instancias de las familias de tres jóvenes trabajadores que están a días de cumplir un año de haber sido desaparecidos. Jesús Reyes, Leonel Báez y Ángel Ramírez salieron en distintos momentos de trabajar de la tienda Sanborns en Lindavista y desde entonces no se ha sabido de ninguno de los tres, algo que sólo puede explicarse asumiendo la comisión de un delito, que alguien les haya hecho algo.
La creciente fuerza pública que han tomado los casos, sumada a constantes gestiones de los familiares de los jóvenes ante la Comisión Nacional de Búsqueda, empujaron a la Comisión capitalina a probarse en el campo. Sin embargo, la falta de personal calificado en la tarea forense es uno de sus desafíos evidentes.
La búsqueda
Temprano, pasadas las ocho de la mañana del 10 de noviembre, las familias se reunieron en las afueras del Deportivo Carmen Serdán, de la Alcaldía Gustavo Madero con una nutrida presencia institucional. Había efectivos de las policías de la capital, del Estado de México, la municipal de Cuautitlán Izcalli con un binomio canino, así como un dron aportado por la Comisión de búsqueda del Estado de México, militares del Ejército y la Guardia Nacional, funcionarios de la alcaldía Gustavo A. Madero, una decena de Bomberos y paramédicos. También participaron varios policías de investigación de la Fiscalía General de justicia de la Ciudad de México y dos integrantes de la Comisión Nacional de Búsqueda.
La diligencia estuvo a cargo de la Comisión de búsqueda de la Ciudad de México, una instancia creada en 2019 que vino a dividir y atender las tareas de búsqueda de las personas desaparecidas en la capital, por fuera de la investigación criminal, que continúa a cargo de la Fiscalía de investigación y persecución de los delitos de desaparición forzada de personas y la desaparición cometida por particulares (Fipede).
Sin embargo, las familias habían señalado previamente —y fue evidente en el campo— que la Comisión carece de personal calificado para una tarea específica como la antropología forense, cuando el grueso de sus funcionarios son abogados de carrera.
El jueves 5 de noviembre estas familias y otras que conforman el Colectivo Hasta Encontrarles CdMx se manifestaron en las puertas de la Fiscalía General de Justicia exigiendo participar en la elección del nuevo Comisionado de Búsqueda, tras la salida del anterior titular, Fernando Elizondo García, que duró poco más de un año en la tarea.
En diálogo con Sputnik, explicaron que en la última reunión sostenida con la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, se les comunicó que el Gobierno tenía ya una nueva persona para encabezar la Comisión, a lo que respondieron entonces (y con una carta pública después) que consideran "urgente" que se abra el proceso de consulta previsto en la Ley para elegir al próximo titular del área.
Falta de expertos forenses
El ingreso a Las Armellas, ubicado en el cruce de las calles Pirules y Binguineros, en la colonia Malacates se hizo por un camino de piedra, empinado pero no muy extenso, hasta un claro dónde hay una capilla. En el frente tiene un grafiti que la dedica a la Virgen de Guadalupe. Cuando semanas atrás llegaron en una visita de reconocimiento a este lugar, que está rodeado de pinos, oyeron un disparo. Esa vez ubicaron una zona que había sido cavada pero que estaba llena de agua y no permitía revisar su fondo. Eso se trabajó el primer día de búsqueda, sin hallazgos.
En la mañana del segundo día, antes de la salida, comentando sobre el día previo de trabajo, las familias mencionaban que ellos no son los expertos en esta tarea y que por eso vuelcan su expectativa en que la autoridad pueda realizar algo tan sensible como ubicar un enterramiento clandestino.
Sin embargo, en el segundo día de búsqueda el trabajo recayó en las familias. Imitando lo que habían visto en al Ajusco, dividiéndose en el terreno para buscar evidencias de que el suelo hubiese sido alterado, abrieron la vegetación con machetes y revisaron la ropa que hallaban abandonada en el lugar.
La mayoría de los funcionarios mencionados no participó en las tareas efectivas de revisión del terreno, salvo un par de integrantes de la Comisión local y la Nacional. Los militares se fueron a revisar aparte del grupo dónde estaban las familias y los bomberos fueron los mejor preparados para meterse en el monte a revisar el suelo. Uno de ellos refirió que suelen hacer búsquedas del estilo, pero con una pista más clara de ubicación o un área delimitada para realizarla. Algo que la Comisión local no traía.
En diálogo con este medio, las familias explicaron que aunque tuvieron meses solicitando una búsqueda en esta zona —que está a unos 20 minutos del sitio dónde los muchachos fueron desaparecidos— sólo se concretó después que la Comisión Nacional intervino, aunque el caso está a cargo de la Comisión de Búsqueda de la Ciudad de México, según confirmó a Sputnik uno de los funcionarios enviados por la instancia federal.
Durante un par de horas, caminaron en una zona baja, siguiendo una cañada próxima a la entrada, rodeados de peñascos que dan al camino por el que habían ingresado. La extensión total del área la vuelve humanamente inabarcable en apenas dos días de trabajo y la representante de la Comisión local sostuvo al final de la jornada que organizarán una nueva búsqueda en otra zona alta del sitio. Las familias pidieron que sea pronto y no se dilate en el tiempo.
Mientras tanto, dicen que no saben si allí encontrarán a uno de los suyos, pero las referencias al sitio como un "lugar de desaparición", obliga a que la autoridad los busque y los halle. Aún parece difícil que la Comisión local logre resultados, pero las familias están dispuestas a seguir empujando.