"Tenemos muy presente que no es solo una crisis sanitaria sino también económica y social, y lo hemos tenido en cuenta a la hora de tomar estas nuevas medidas a partir del próximo lunes, 23 de noviembre", explicó en una rueda de prensa la portavoz del Ejecutivo catalán, Meritxell Budó.
El cierre de la hostelería, desde mediados de octubre, mantenía en pie de guerra a los restauradores de Barcelona, que reclamaban poder acoger a clientes en sus locales, tal como estaba permitido en otras zonas de España como Madrid.
Las medidas anunciadas se aplicarán por cuatro fases de dos semanas desde el día 23 de noviembre y terminarán a principios de enero de 2021.
El primer tramo de flexibilización de las restricciones permitirá abrir a bares, restaurantes y cafeterías —que llevaban más de un mes cerrados— desde las 6:00 horas de la mañana hasta las 21:30 de la noche.
Los locales podrán acoger en su interior un 30% del aforo máximo y deberán mantener una distancia mínima de dos metros entre comensales, además de una limitación de cuatro personas por cada mesa.
En la siguiente fase se permitirán mayores aforos, también en el comercio y las grandes superficies, y a partir del 21 de diciembre las actividades sociales recuperarán parte de la normalidad con reuniones de hasta 10 personas (actualmente son seis).
Además, en los días antes de Navidad se levantarán las restricciones de entrada y salida en toda Cataluña, así como el confinamiento perimetral del fin de semana, lo que permitirá la libre circulación de los ciudadanos para celebrar las festividades.
No obstante, las fiestas y el Fin de Año estarán marcados por el toque de queda, que seguirá activo a partir de las 22:00 por lo menos hasta la primera semana de enero.
"Es muy importante que esta Navidad tengamos máxima seguridad y responsabilidad individual y colectiva de respetar las medidas sanitarias, porque está en juego la vida de mucha gente", advirtió durante la rueda de prensa el vicepresidente y líder interino del Gobierno catalán, Pere Aragonès.
Cataluña fue la primera región española en aplicar medidas tan estrictas para frenar la segunda ola del coronavirus, lo que permitió que en las últimas semanas los contagios y la incidencia del virus entre la población se redujeran de forma importante.