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Ansiedad, miedo y depresión: el saldo emocional de la pandemia en Venezuela

© Foto : Pixabay/ geraltAnsiedad, referencial
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Lo que parecía temporal resultó ser el clima del año. El confinamiento hizo que millones de personas volvieran la vista hacia el interior de sí mismo. Las dinámicas sociales cambiaron radicalmente y la realidad del hogar se convirtió en eje principal de la propia vida.
El teletrabajo y la escuela en casa son solo dos grandes cambios. Amenaza u oportunidad, según se mire, llegaron para quedarse. 
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El cambio planetario habla de múltiples, diversos y únicos cambios personales. Conectamos con dos especialistas para recibir de ellos sus impresiones sobre la resistencia al cambio en materia de creación y materialización económica; las exigencias personales y sociales de acuerdo a los roles como hembras y varones y como madres y padres; los problemas económicos que tensan las relaciones familiares y la necesidad de estar unidos ante los cambios inevitables. Son estos algunos de los desafíos personales que reveló la cuarentena.

El rostro oculto de la cuarentena

Aisquel Machado es una psiquiatra venezolana que afronta las inquietudes y problemas más comunes que dentro de esta nueva normalidad impuesta por la COVID-19 reflejan sus pacientes.
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Resalta que, si algo debe llamar la atención, es cómo se manifiestan las afecciones emocionales entre los sexos.
"Culturalmente, desde el inicio de la vida, hay una diferencia entre hombres y mujeres. La educación binaria trae como resultado que la mujer tiene incluso un tipo de preocupación y los hombres tienen otro tipo de preocupaciones. Al hombre se le da la responsabilidad de proveer en el hogar el sustento para la familia, y, a la mujer, la crianza de los hijos. Entonces eso hace que cada uno de los individuos de acuerdo a su sexo o a su rol en la sociedad tenga unos problemas mentales", puntualiza.
Para Machado, en la pandemia las enfermedades como la ansiedad y depresión siguen siendo las más comunes. El añadido, sin embargo, viene a ser el miedo que se presenta en el paciente ante la posibilidad cierta de morir, de contagiar a sus familiares, o la propia incertidumbre de no conocer cuál puede ser el fin del confinamiento. "¿Nos podremos volver a levantar? ¿Podremos volver a llevar a cabo esto? ¿Qué va a pasar con nosotros? ¿Qué va a pasar en el futuro?", son las preguntas que Machado reporta como las más usuales.
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Публикация от Dra Aisquel Machado🔛Psiquiatra (@dramachado)

El consultor gestáltico Edsel Moreno alude a que, aunque en los primeros meses a su consulta llegaban personas que reportaban las mismas dificultades que las reseñadas por el resto de colegas, a medida que la cuarentena se extendía las tensiones se maximizaron y dieron paso a un fenómeno muy preocupante: la violencia intrafamiliar.

"Conflictos derivados de una nueva forma de relacionarse entre los miembros de la familia, donde la mayoría de las veces no se encontraban sino solo en la noche o incluso donde los padres trabajaban largas jornadas o viajaban. Ahora, estaban todos confinados en la casa y empezaron a descubrir partes de estas familias, digamos elementos internos de cada una de estas personas que pensaban no existían". 
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Según Moreno, fueron los pequeños y medianos empresarios, muchas veces mayores de 50 años, quienes más llegaban por ayuda terapéutica. Personas que no solo habían perdido sus trabajos, sino, como cuenta Moreno, "se resisten a asumir la reinvención de sus formas de vida, de sus emprendimientos o de sus pequeñas o medianas empresas" y que "no logran ver cuáles son las posibilidades que también esta crisis ofrece", comenta.
"Se quedan de alguna forma enfrascados en procesos de caos, procesos depresivos, hay mucho desaliento porque lo que esperaban que transcurriera en el corto plazo pues definitivamente ha tomado mucho más tiempo del esperado. Así que también la depresión, la desesperanza, han sido temas muy recurrentes últimamente con la pandemia", reflexiona el consultor.

La dimensión individual y colectiva del qué hacer

La psiquiatra Aisquel Machado considera que, si algo hemos aprendido a lo largo de todo este año 2020, es que la respuesta nunca puede ser individual. Recalca que existen redes de solidaridad que van desde la familia hasta el propio Estado y que deben brindar soluciones a los problemas psicológicos que la pandemia ha traído y que efectivamente se circunscriben dentro del ámbito de la salud pública. 
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"Que se abran espacios, foros, para contar nuestras experiencias y que los profesionales puedan ayudarnos a resolver o por lo menos a visualizarnos; tal vez no soy yo la que va a ver esas tareas tuyas que tanto te angustian, pero sí te voy a decir que no tengas miedo, que si no las puedes cumplir todas, no importa, este año va a ser solo un año de adaptación. Las autoridades deberían abrir espacios donde haya más oportunidades. Hay gente que tiene dificultades con el internet o que no puede pagar un buen servicio de internet. Hay otras personas que no tienen los equipos, entonces, por ejemplo, los trabajos deben ofrecerles a sus trabajadores los equipos (…) deberíamos apoyar a empleados con esos equipos digitales y debería la escuela también apoyar a esos alumnos. Y el Gobierno es crucial para eso", señala.
En esta misma línea, Edsel Moreno opina que debemos partir del hecho de que nadie estaba preparado para la nueva normalidad. No obstante, poco a poco se ha visto la necesidad de abocarse a los problemas de orden técnico y no a una escala más personal. 
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"Las inversiones por lo general se hacen en dotación de equipos, computadoras e internet para mejorar el ancho de banda. Pero poco se considera la inversión que hay que hacer en el ser humano; la inversión en programas psicoeducativos para que tanto niños como madres, padres, profesionales, profesores y emprendedores puedan tener una visión prospectiva. Una visión a largo plazo. Una inversión en las necesidades de cambio. Una visión de la necesidad de dinamizar la creatividad del potencial innovador que puedan tener las personas. Sin duda alguna, allí habría que poner énfasis, no tanto en lo tecnológico, que sin duda en Venezuela tenemos una brecha que cubrir, un rezago, sino en lo humano", apunta. 
No obstante, tal y como ha señalado Aisquel Machado, existen formas de enfrentar los efectos psicológicos de la COVID-19 que se encuentran al alcance de las propias personas y de sus grupos de apoyo. 
"Yo tengo un caso de una paciente que empezó a tener ataques de pánico. Tiene 19 años, estudia sola y vive sola en otra ciudad, fuera del país natal. Y su mamá la está ayudando y la incluyeron dentro del equipo, de su WhatsApp de estudio. Entonces la mamá siente que este es el momento en el que me se ha sentido más unida con su hija. Hacen las tareas juntas, ella la ayuda a investigar. Se siente que está estudiando la misma carrera con su hija, pero eso les hace tener que hablar todo el día. Busquemos excusas para mantenernos en línea, no perdamos nuestros vínculos ni siquiera por la distancia, por la pandemia”, recomienda. 
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Finalmente, Moreno plantea una recomendación que puede servir para fortalecer las capacidades de resiliencia de las personas y, además, para tejer ese gran colectivo de voluntades tan necesarias en estos tiempos. 
"Confíen en su capacidad de crear soluciones, su capacidad de innovar, en su capacidad de resiliencia. Que las crisis son precisamente eso, un desafío, un reto a las grandes y profundas capacidades del ser humano. Que en las grandes crisis aparecen y emergen las grandes oportunidades, que esta crisis nos va a permitir ser, sin duda, una mejor persona, una mejor sociedad, una mejor humanidad, pero siempre y cuando logremos vencer el estrés, la ansiedad y la angustia. Son como los tres grandes elementos que afectan a la creatividad y la productividad del ser humano", concluye.
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