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Invasión del Capitolio: "Una fiesta de disfraces"

Invasión del Capitolio: "Una fiesta de disfraces"
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Estamos ante una dictadura tecnológica, que ya venía desarrollándose antes de la pandemia, a partir de la cual en Occidente tiene características propias. Así explica el analista internacional Eduardo Luque, la decisión de Twitter, Facebook y Youtube, de censurar al presidente de EEUU, Donald Trump, acusándolo de incitar la invasión al Capitolio.

¿Cortina de humo?

Digna de un capítulo o película merecedora de un Oscar de la serie animada Los Simpson, una panda de estadounidenses, muchos de ellos disfrazados, se las arreglaron para 'invadir' el Capitolio, ingresar, tomarse fotografías, lanzar proclamas, y llevarse souvenirs, mientras muchos legisladores ponían pies en polvorosa, entre ellos, la demócrata Nancy Pelosi. Daría mucha risa si no fuera porque, entre otras cosas, para algunos ese día acabó su vida.
Está demás otorgar el 'beneficio de la duda' a tal asalto, si no fuera porque, en principio, se trata de uno de los edificios de máxima seguridad del mundo, donde no se puede ni estornudar sin que al cuerpo de seguridad le llame la atención, y de un país que se gasta anualmente en Defensa unos 750.000 millones de dólares. Y ahí es donde la suspicacia da paso al tono humorístico popular.
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Es el caso de un usuario de, paradójicamente, la red social Twitter, que junto a Facebook y Youtube —en nombre de Google— se han arrogado el derecho a decidir qué está bien, qué está mal, qué se dice, cuándo y cómo, y quién tiene derecho a expresarse, y a quién hay que purgar y recluir en máximo aislamiento, como si se tratara de guardianes de la verdad a cargo de un recinto carcelario, que cuando enjaulan a alguien, tiran la llave al río.
"300 películas defendiendo el Capitolio de ataques alienígenas y te copan 50 terraplanistas disfrazados de Pedro Picapiedra. Decepción total", osó tuitear un usuario con agudeza humorística respecto a los hechos ocurridos en el Capitolio el día que muchos cristianos celebran la llegada de los reyes magos.
Mientras, y en referencia a aquel viejo 'chiste' de geopolítica que dice que en el único país del mundo que no hay golpes de Estado es en EEUU, porque allí no hay una Embajada de EEUU, otro usuario de Twitter también bromeó al respecto: "[…] debido a las restricciones de viaje causadas por el Covid, este año los Estados Unidos tuvieron que organizar el golpe de Estado en casa".
Lo cierto es que en este contexto, al menos 25 militares estadounidenses están bajo investigación por presunta participación en los disturbios del Capitolio. "No está claro si se enfrentarían a consejos de guerra militares o enjuiciamientos en tribunales civiles".
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Este asalto "sólo se puede explicar por la connivencia de las fuerzas de protección del propio Capitolio. Hemos visto cómo policías sencillamente retiraban las vallas y la gente entraba de forma descontrolada", incide Eduardo Luque.
"Una turba de gente a la que se le ha permitido la entrada en el Capitolio y que se ha comportado, al margen de otras imágenes mucho más violentas que también han salido, como si estuvieran allí poco menos que de paseo: un señor llevándose un atril, una señora vestida de la Estatua de la Libertad, realmente una fiesta de disfraces", ironiza el analista.

El mundo postpandemia

En medio del barullo, primero Facebook, y luego Twitter y YouTube, decidieron que los mensajes del presidente de EEUU, Donald Trump, representan un peligro para la seguridad nacional. Un barullo, que para ser caótico, ha seguido unas líneas muy claras: acusar al mandatario de incitar la invasión del Capitolio, cerrarle sus cuentas en dichas redes sociales, seguido de una ofensiva demócrata que busca echar de la vida política al aún jefe de Estado norteamericano. Todo, como si fuera una coreografía de ballet o de nado sincronizado ejecutada al milímetro y al segundo.
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Entre las acusaciones en que se basaron las redes sociales para desahuciar a Trump, está su discurso del 6 de enero a la mañana en la "Marcha para Salvar a América", en la previa al asalto al Capitolio de EEUU, del que no se puede afirmar que sea un llamado a la toma del edificio.
Tras afirmar que "no seremos silenciados", y ya huérfano de su usuario @realDonaldTrump, el presidente de EEUU se valió de la cuenta oficial de su cargo, @POTUS, para lanzar un tuit que duró lo que un lirio, antes de que la máquina de la verdad lo borrara para siempre: "Han ido cada vez más lejos en la prohibición de la libertad de expresión y esta noche Twitter, en coordinación con los demócratas y la izquierda radical, me silencia a mí y a vosotros, los 75 millones de grandes patriotas que votasteis por mí".
"La postpandemia nos traerá un mundo seguramente con menos libertad de expresión, con menos capacidad de comunicación entre las personas, aunque aparentemente estaremos todos hiperconectados. Realmente el control de esta información ahora es lo que determina realmente la existencia de la democracia, o no. Quien controla la información, quien decide lo que se puede o no se puede publicar, leer o escribir, son los nuevos dictadores de este nuevo tiempo", remacha Eduardo Luque.
 
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