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El inesperado éxito de un 'youtuber' español que lleva 40 años grabando oficios perdidos

© Foto : Cortesía de Eugenio MonesmaEugenio Monesma, realizador y productor español de documentales etnográficos
Eugenio Monesma, realizador y productor español de documentales etnográficos - Sputnik Mundo, 1920, 05.02.2021
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Después de décadas tras la cámara, el documentalista Eugenio Monesma ha digitalizado su archivo, con miles de cintas, para subirlo a un canal de esta plataforma y mostrar profesiones en vías de extinción.
Por su tono de voz, a Eugenio Monesma no parecen molestarle demasiadas cosas. Habla pausado y cordial desde Huesca, la provincia de Aragón donde reside. Aquí nació hace 68 años y aquí se ha quedado. Todo transcurre más lento en esta población de unos 50.000 habitantes. Y eso le gusta, sostiene. Él trata de alejarse del trajín del mundo actual. Tanto en la placidez de este rincón del noreste español como en su profesión: documentalista desde hace décadas, le molesta esa velocidad que se impone hasta en las cintas de no ficción. "Tienen que ir rápido y el protagonista es el periodista", se queja.
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Monesma acaba de abrir un canal de Youtube con sus grabaciones de oficios perdidos. Introducidas por una presentación sin rodeos —en la que resume su currículum como "productor y realizador de documentales etnográficos desde hace más de 40 años"— ha atraído ya a 146.000 suscriptores desde diciembre de 2020. Presenta las costumbres y tradiciones españolas que ha registrado a lo largo de esta dilatada vida profesional. Atesora más de 3.200, aunque solo haya colgado de momento algo menos de un tercio.
"Comencé en los ochenta en colaboración con el Instituto Aragonés de Antropología. Pero, a principios de los noventa, me compré un equipo semiprofesional y empecé a retratar los oficios para una televisión que iba a salir y se frustró. Luego vendí la serie a Televisión Española", rememora.
Siempre lo ha hecho por su cuenta. "Acudía a fiestas, a buscar oficios… Luego se complicaba y era un reto. Muchos los grababa por la importancia que tenían antes de que se perdieran", dice. Hay ejemplos de sobra: desde los zapateros artesanales que remendaban el calzado hasta las rosquillas de molde que hacen en un pueblo zaragozano. Se les suman quienes hacen peines a partir de un cuerno, las ceramistas o aquellos que elaboran miel de palma. Monesma recuerda con cariño cada uno de ellos, pero se centra, a botepronto, en tres. Y resalta cómo le sorprendió ver el proceso para pulir el pan de oro: "Lo traen en bloque y lo machacan hasta que se queda fino, como un papel de fumar".
"Ir a donde se almacenaba el hielo en los pozos de nieve era algo casi de memoria y nos unimos a la trashumancia de pastores, con 1.000 cabezas de ganado, en el Pirineo Navarro hasta las Bardenas", menciona, recordando también el riesgo y un accidente sin consecuencias graves en el descenso de almadías o navatas por el río Gállego, en su región.
El aragonés no solo se ha centrado en los oficios. Ha rodado un serial sobre la guerra civil, monográficos sobre personajes como el escritor Ramón J. Sender y un programa de cocina. Aún se extraña por el éxito de estos vídeos. "Me estoy quedando sorprendido con los comentarios que deja la gente, porque los valora culturalmente y porque les empuja a saber cómo se vivía hace 50 o 60 años", esgrime, "les llama la atención cómo se construían su casa con adobe o cómo cocinaban sin hornillos".
Y vuelve al asunto que le tiene cabreado: "En mis documentales, el protagonista siempre es el artesano. Él va hablando y va haciendo. Ahora el protagonista es el periodista. El otro no tiene ni puñetera idea. Le van contando cómo hace sus cosas y él afirma. Absurdo", repite. Tampoco dulcifica sus secuencias con música.  Deja que el sonido de fondo, que la cadencia propia del contenido, se instale.
"A veces, ves un documental de una profesión en el bosque y te meten una melodía para inducirte a hacer el amor allí una mañana de verano", se queja.
"Muchos de los comentarios apuntan también que es relajante verlos. Seguir tranquilamente a alguien haciendo algo o ver un vídeo de la naturaleza nos sosiega. Más ahora, que cada vez estamos más estresados y con acontecimientos cada segundo", aduce.
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Apenado por el desvanecimiento de ciertos hábitos, entiende las causas. Se impone el usar y tirar. "El consumismo barato está haciendo bastante daño a la artesanía. Desde los herreros hasta los telares son decorativos y tienen un precio alto. La situación es muy crítica. Y lo que tiene que haber es un apoyo institucional para que se valoren esos trabajos", incide, glosando las opciones para su impulso: "Hay en sitios que están hasta dando casas para irse a vivir al campo. O ayudas. Y me llegan correos de gente joven que está por la labor".
Revitalizar lo rural es parte de su función. Lo que le ha empujado a incorporarlos en este medio. "Pretendo que tengan difusión y aporten conocimientos", concede quien ha recorrido toda España viendo esa degradación del acervo popular y lo siente en otros rincones del mundo. "A medida que se van enriqueciendo, las sociedades eliminan esas tradiciones", indica quien, por suerte, aún no ve su trabajo como un posible oficio en vías de extinción: "Se ha perdido el estilo, pero hay tantísimos documentalistas y temas que no creo que desaparezca", arguye, molesto por la aceleración que se les imprime.
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