El presidente que superó la maldición de Tecumseh: a 40 años del intento de asesinato de Reagan

© AP Photo / Scott StewartПрезидент США Рональд Рейган с женой Нэнси в Capital Center в Ландовере, 1985 год
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El 30 de marzo de 1981 tuvo lugar un intento de asesinato del presidente estadounidense Ronald Reagan en Washington, D. C. El tirador, John Hinckley, que sufría un amor no correspondido por la actriz Jodie Foster, realizó seis disparos. Una de las balas perforó el pulmón del jefe de Estado. Sin embargo, el mandatario sobrevivió.

La maldición de Tecumseh

Según la leyenda, todos los presidentes estadounidenses elegidos en años que son divisibles por 20 mueren antes del final de su mandato. La supuesta maldición se remonta al principio del siglo XIX cuando EEUU tuvo una confrontación con las tribus indígenas.
El entonces gobernador del Territorio de Indiana, William Henry Harrison, que luego se convertiría en presidente, había entablado una diplomacia con los indios shawnee y uno de sus jefes, Tecumseh, que luego se deterioró. En 1813, las tropas estadounidenses salieron victoriosas de una batalla contra la alianza britano-indígena. Tecumseh murió, y Harrison fue considerado un héroe nacional.
La leyenda dice que el hermano de Tecumseh, más conocido como el Profeta, maldijo a Harrison y a todos los próximos inquilinos de la Casa Blanca en 1836.
El profeta predijo que Harrison ganaría las elecciones de 1840 pero que moriría antes del final de su mandato. Después de él, cada presidente elegido cada 20 años, también moriría.
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La maldición funcionó en el caso de Abraham Lincoln en 1865; James Garfield en 1881; William McKinley en 1901; Warren Harding en 1923, Franklin Roosevelt en 1945 y John F. Kennedy en 1963. El mismo Harrison estuvo a cargo de la presidencia unos 31 días y murió de una neumonía.
Ronald Reagan tomó posesión como presidente de Estados Unidos el 20 de enero de 1981 y fue el octavo en la lista de mandatarios electos en un año múltiplo de 20.
El siguiente presidente de EEUU que esquivó la maldición fue George W. Bush, elegido en 2000. Terminó sus dos mandatos ileso, sobreviviendo a un intento de asesinato durante su visita en Georgia en 2005 cuando le lanzaron una granada.

Disparos cerca de un hotel

El 30 de marzo de 1981, Reagan se preparaba para dar un discurso en el hotel Hilton, cerca de la Casa Blanca. Tras el discurso, el presidente salió de la entrada de invitados especiales y se dirigió a su coche. Reporteros, camarógrafos y curiosos se agruparon a la izquierda del jefe de Estado. Sin detenerse, Reagan dio la vuelta y levantó la mano para saludar a la multitud. En ese momento, sonaron disparos.
Un tal John Hinckley, que se encontraba entre la multitud, apretó el gatillo un total de seis veces.
"Cuando el coche estaba a un metro y medio de distancia, oí dos disparos rápidos: 'bang, bang' y luego otro 'bang, bang, bang, bang'", recordó el funcionario del Servicio Secreto Jerry Parr.
Hinckley no alcanzó a Reagan, pero una de las balas, la sexta, rebotó en el coche y entró en la axila izquierda del presidente, golpeando una costilla y deslizándose hacia arriba, alcanzando un pulmón. Se detuvo a 2,5 cm del corazón.
El secretario de prensa de la Presidencia de Estados Unidos, James Brady, fue gravemente herido y quedó inválido. El 4 de agosto de 2014, murió por los efectos de la herida y su muerte fue declarada homicidio. Las balas también alcanzaron al policía Thomas Delahanty y al agente del Servicio Secreto Timothy McCarthy, cuyas heridas no eran graves.
Al instante, varios agentes especiales se amontonaron sobre Hinkley y lo inmovilizaron por completo, mientras los demás sacaban sus armas y se preparaban para repeler el ataque. A su vez, Parr empujó a Reagan dentro del coche y se echó encima de él.
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En el auto, Parr palpó a Reagan, pero no encontró heridas. El presidente solo se quejó de un dolor en el pecho: pensó que se había roto o lesionado una costilla cuando el agente de seguridad le cubrió tras el intento de asesinato.
Los agentes decidieron enviar a Reagan a la Casa Blanca, pero de repente, cuando le preguntaron por su bienestar, dijo: "Estoy bien, pero creo que tengo algún tipo de lesión en la boca".
"Y entonces empezó a toser sangre, que hacía mucha espuma. Le miré, y entonces vi que los labios del presidente se habían vuelto grises, y había un ligero borde azul alrededor de ellos. Entonces tomé rápidamente la decisión de llevarlo al hospital, y él aceptó", relató Parr.
El coche salió a toda velocidad hacia el hospital más cercano de la Universidad George Washington.

Bromas del presidente

Se cree que esta rápida decisión salvó la vida del presidente.
"Menos mal que no lo llevaron al hospital militar donde normalmente se atiende a los presidentes, que estaba bastante lejos del lugar del atentado y al que el presidente podría no haber llegado. Tuvo la suerte de que el hospital civil más cercano fuera uno de los pocos que contaba con servicios de cuidados intensivos de primer nivel" recordó el embajador soviético en Washington, Anatoli Dobrinin.
El presidente sobrevivió, sobre todo gracias a su buena suerte y a su decente forma física para un hombre de 70 años. Sin embargo, en el siglo XIX, su lesión habría sido mortal.
En el hospital, el presidente actuó como si no le hubiera pasado nada. Sin saber que había perdido casi 1,5 litros de sangre a causa de una hemorragia interna, Reagan fue a la sala de urgencias por su cuenta y allí perdió el conocimiento.
Al examinarlo, encontraron un orificio de bala. Los cirujanos operaron al jefe de Estado durante dos horas. Una vez extraída la bala, su vida estaba fuera de peligro. Reagan se recuperó bastante rápido.
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Según las evidencias, Reagan bromeó en la mesa de operaciones. En particular, expresó su esperanza de que todos los médicos fueran republicanos.

¿Quién disparó al presidente?

El asesino fallido, John Hinckley, fue declarado un psicópata que había tomado tranquilizantes y antidepresivos en los años anteriores al ataque.
En 1976, se inspiró de la película Taxi Driver, cuyo protagonista planeaba asesinar a un candidato presidencial. Desarrolló una predilección morbosa por Jodie Foster, que interpretaba a una prostituta. Perseguía a la actriz, le enviaba poemas y notas por debajo de la puerta y la llamaba constantemente.
Cuando los esfuerzos por ganarse la atención de Foster no tuvieron éxito, Hinckley planeó matar a Reagan para impresionarla. Confiaba en que, habiéndose hecho famoso en todo el país, podría ganarse la atención de la actriz.
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En su juicio de 1982, Hinckley fue acusado de 13 cargos. Fue declarado demente y enviado a un hospital psiquiátrico para recibir tratamiento. Poco después del juicio, Hinckley escribió que el intento de asesinato fue "la mayor declaración de amor de la historia del mundo" y lamentó que Foster lo rechazara.
En julio de 2016, un juez federal dictaminó que John Hinckley, de 61 años, ya no era un peligro para sí mismo ni para la comunidad y que podía vivir permanentemente en la casa de su madre en Williamsburg, Virginia.
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